lunes, 6 de junio de 2011

LA EXTORSION CONSENTIDA



Son muchos los economistas que, rompiendo la ocultación interesada de los medios de convicción del sistema, han denunciado una mecánica por la cual la derecha económica amparada en la complicidad y el consentimiento de toda la clase política están procediendo a extorsionar al Estado de una forma planificada, consentida y alentada por el capitalismo internacional.
Tanto Viçent Navarro como Juan Torres y muchos otros economistas discrepantes han resumido la operativa de expolio a lo público que consiste en lo siguiente: Los bancos nacionales y las cajas de ahorro, tanto los arruinados como los que con potencia suficiente pueden por si mismos soportar la crisis, han impuesto a los estados,-Irlanda, Portugal, Grecia y España-, la obligación de salvarles de la quiebra con la escusa de asegurar los depósitos.
Estos estados se han endeudado para prestar dinero a esos bancos a unos intereses inferiores a los intereses que muchos de esos mismos bancos, financiados también por el BCE, prestan ese mismo dinero recibido a sus respectivos Estados comprando emisiones de deuda pública. De tal manera actúa ese círculo vicioso en contra de lo público que las agencias de calificación, -parte visceral e interesada del sistema capitalista-, bajan la valoración de la deuda pública, haciendo así que los intereses que han de pagar los estados por colocar su deuda suban, con lo que nuestros prestamistas nacionales, supuestamente arruinados y deudores de la banca alemana y francesa, sin la mas mínima molestia y riesgo incrementan apaciblemente sus beneficios, huyendo por lo tanto del ejercicio natural de la banca, prestar dinero, con el riesgo de recuperarlo, para posibilitar el funcionamiento económico del país.
Esos mismos estados, conducidos premeditadamente a esa situación de ahogo financiero y fiscal por toda la clase política, por los cómplices de los extorsionadores, completan su harakiri negándose en redondo a implantar un sistema fiscal parecido, por ejemplo, al alemán o al francés, sistema que permitiría, al menos, reducir la necesidad de acudir a emisiones de deuda que solo a los banqueros benefician.
Esta es la mecánica que quieren ocultar a la ciudadanía y de ahí la venta que nos están haciendo sobre lo ineludible que es el reducir el estado de bienestar reduciendo las pensiones, las prestaciones por desempleo, el derecho a la educación y a la sanidad y todo aquello que tenga un mínimo perfil de igualdad y/o de redistribución.
Y con la misma desfachatez, los banqueros y todos sus siervos, sean políticos o medios de comunicación, tratan de ocultarnos el incremento de subvenciones y regalos fiscales que los gobiernos siguen haciendo a las grandes empresas a pesar de su supuesta falta de liquidez. Tratan de silenciar el nulo interés de la clase política por perseguir el fraude fiscal, el favorecimiento de la evasión fiscal y el mantenimiento de una de las muchas ilegalidades constitucionales, el vergonzante tratamiento que por más de diez mil millones de euros al año el estado español regala a secta católica.
Para que se nos vaya haciendo el cuerpo nos anuncian que la recuperación del empleo va para largo, y callan que ya hay quien está atisbando un nuevo y más profundo crac económico y financiero, pues ya comienzan a sonar las voces de algunos analistas que afirman que esas medidas, esos atracos a lo público y a los bolsillos de los que menos tienen, no están funcionando, sino que por el contrario pudieran estar favoreciendo el inicio de la segunda etapa de la guerra del capital contra la actual estructura de los estados guerra abierta y declarada que persigue la desaparición cuasi total de los mismos tras haber conseguido reducir al ridículo su acción estructuradora de las sociedades y tras haber logrado que todo lo público haya pasado a manos privadas.
Mientras, unos se agarran al clavo ardiendo de sentirse la izquierda real, realmente inoperante, y otros, creen que con sus sentadas conseguirán doblegar al capital. Unos, viejos dinosaurios en extinción. Otros, pipiolos que ni saben ni quieren saber quién era Viacheslav Molotov.

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