No es que no quieran enterarse, es que están solo a lo suyo y para disimular nos lanzan nubes de humo creyendo que cuelan y que nos importan.
Se ha demostrado que a quien le importa la renovación de los magistrados del Tribunal Constitucional es solo a sus componentes y a los políticos que les digitalizan, ya que ambos se sirven recíprocamente y nunca ninguno de ellos se ocupa de la vigilancia del cumplimiento de los derechos ciudadanos que en la ley de leyes se contemplan y nunca se cumplen. En otras palabras, el pueblo, vive, sufre y muere de espaldas a los que nada hacen por mejorar su vida, por amainar sus sufrimientos y por facilitar que, llegado el momento de la muerte, y sobre todo, antes de esta, se haya tenido el sentimiento individual de haberla vivido con el respaldo de los que tienen en su manos hacer que este país sea justo o no. Y es que todos ellos se han decantado por que sea que no.
Se ha demostrado que la renovación del Defensor del Pueblo es otra farsa mas, solo destinada a entretener e incluso impacientar a los interesados en ocupar tan sabroso y relajado cargo, ya que el pueblo, los supuestamente defendidos por el defensor, tienen más que comprobado que a lo que se dedica esa institución es a salvaguardar los intereses de los poderosos, se llamen políticos, empresas o instituciones del Estado.
Otro tanto tenemos, tienen, con el Tribunal de Cuentas del Reino, que siendo uno de los lugares con las más altas retribuciones de las que oficialmente se pueden disfrutar en la administración pública, andan enredados en si tantos vocales, (mas bien vocazas), han de ser de uno o tantos de otro, tantos del PP y tantos otros del Psoe, cuando del objetivo principal de tal tribunal, velar por el cumplimiento de la ley en lo que atañe al dinero público y el uso que de él se hace, nada de nada. O lo que es mucho peor, estos señores en vez de exponer la verdad de las cuentas publicas se dedican al maquillaje y a dar manitas de pintura a los desmanes económicos de las instituciones, evitando dejar en evidencia el latrocinio efectuado por aquellos que con su dedo los ha nombrado vocales de esa “cosa suya”.
Para que hablar de la Comisión Nacional de las Telecomunicaciones o de la Comisión Nacional de la Energía, ambas en las manos del intermoneytario Sebastián. Ahí ni tan siquiera se disimula. En ambas comisiones, -certero, preciso y adecuado nombre-, de lo que va la cosa es de precios y comisiones, es decir de cuanto nos roban por usar los teléfonos y cuanto otro por encender la luz.
No quieren entender que nada desearían más los cinco millones de parados que tener como mayor preocupación estas cosas de los políticos y no la angustia economica, laboral y familiar que los oprimen. No quieren aceptar que, a pesar de los pesares y aun contando con una prensa encanallada con el dinero, la gente acaba enterándose de sus tejemanejes, de su exclusiva dedicación a extender el malestar, la inseguridad y la precariedad mientras se llenan los bolsillos en las mismas empresas en las que recalan tras haberlas favorecido con dinero publico durante el desempeño de tal o cual cargo.
No hay que alejarse mucho en el tiempo, ayer mismo se ha dado otro caso más de escándalo público, escándalo que por repetido y reiterado ha dejado de serlo y se ha transformado en norma comúnmente aceptada en la pocilga de la política. El paso del antiguo secretario de estado de hacienda, un tal Ocaña, al seno, al acogedor seno que por 250.000 euros al año ha puesto a su disposición la patronal de las cajas de ahorro, ya que don Carlos, tras dimitir hace unas semanas del cargo desde el que creó el fondo de reptiles bancario, el Frob, no ha podido esperar a que larguen a su jefa inmediata, la Salgado, y a Zp, para, con mas discreción, pasar a disfrutar de las mieles de la corrupción.
De nuevo la realidad se impone, y por más que intenten disfrazar a nuestra triste y dependiente realidad y a su impresentable y corrupta realidad, sabemos que las dos manos derechas del capital, PP y Psoe, se han opuesto a que la entrega de la casa hipotecada cancele la deuda adquirida por quienes no pueden hacer frente al pago de la misma.
¿A quiénes sirven esta gente? ¿A quienes les votan o a quienes les pagan tras sus incesantes prevaricaciones?
No es que no nos representen, es que son nuestros enemigos. Son ellos, siervos políticos del capital, los que nos están llevando al siglo XIX, no queriendo ver que aun estando en el XXI las revoluciones se siguen haciendo con los mismos objetivos aunque las guillotinas sean otras muy distintas.
Se ha demostrado que a quien le importa la renovación de los magistrados del Tribunal Constitucional es solo a sus componentes y a los políticos que les digitalizan, ya que ambos se sirven recíprocamente y nunca ninguno de ellos se ocupa de la vigilancia del cumplimiento de los derechos ciudadanos que en la ley de leyes se contemplan y nunca se cumplen. En otras palabras, el pueblo, vive, sufre y muere de espaldas a los que nada hacen por mejorar su vida, por amainar sus sufrimientos y por facilitar que, llegado el momento de la muerte, y sobre todo, antes de esta, se haya tenido el sentimiento individual de haberla vivido con el respaldo de los que tienen en su manos hacer que este país sea justo o no. Y es que todos ellos se han decantado por que sea que no.
Se ha demostrado que la renovación del Defensor del Pueblo es otra farsa mas, solo destinada a entretener e incluso impacientar a los interesados en ocupar tan sabroso y relajado cargo, ya que el pueblo, los supuestamente defendidos por el defensor, tienen más que comprobado que a lo que se dedica esa institución es a salvaguardar los intereses de los poderosos, se llamen políticos, empresas o instituciones del Estado.
Otro tanto tenemos, tienen, con el Tribunal de Cuentas del Reino, que siendo uno de los lugares con las más altas retribuciones de las que oficialmente se pueden disfrutar en la administración pública, andan enredados en si tantos vocales, (mas bien vocazas), han de ser de uno o tantos de otro, tantos del PP y tantos otros del Psoe, cuando del objetivo principal de tal tribunal, velar por el cumplimiento de la ley en lo que atañe al dinero público y el uso que de él se hace, nada de nada. O lo que es mucho peor, estos señores en vez de exponer la verdad de las cuentas publicas se dedican al maquillaje y a dar manitas de pintura a los desmanes económicos de las instituciones, evitando dejar en evidencia el latrocinio efectuado por aquellos que con su dedo los ha nombrado vocales de esa “cosa suya”.
Para que hablar de la Comisión Nacional de las Telecomunicaciones o de la Comisión Nacional de la Energía, ambas en las manos del intermoneytario Sebastián. Ahí ni tan siquiera se disimula. En ambas comisiones, -certero, preciso y adecuado nombre-, de lo que va la cosa es de precios y comisiones, es decir de cuanto nos roban por usar los teléfonos y cuanto otro por encender la luz.
No quieren entender que nada desearían más los cinco millones de parados que tener como mayor preocupación estas cosas de los políticos y no la angustia economica, laboral y familiar que los oprimen. No quieren aceptar que, a pesar de los pesares y aun contando con una prensa encanallada con el dinero, la gente acaba enterándose de sus tejemanejes, de su exclusiva dedicación a extender el malestar, la inseguridad y la precariedad mientras se llenan los bolsillos en las mismas empresas en las que recalan tras haberlas favorecido con dinero publico durante el desempeño de tal o cual cargo.
No hay que alejarse mucho en el tiempo, ayer mismo se ha dado otro caso más de escándalo público, escándalo que por repetido y reiterado ha dejado de serlo y se ha transformado en norma comúnmente aceptada en la pocilga de la política. El paso del antiguo secretario de estado de hacienda, un tal Ocaña, al seno, al acogedor seno que por 250.000 euros al año ha puesto a su disposición la patronal de las cajas de ahorro, ya que don Carlos, tras dimitir hace unas semanas del cargo desde el que creó el fondo de reptiles bancario, el Frob, no ha podido esperar a que larguen a su jefa inmediata, la Salgado, y a Zp, para, con mas discreción, pasar a disfrutar de las mieles de la corrupción.
De nuevo la realidad se impone, y por más que intenten disfrazar a nuestra triste y dependiente realidad y a su impresentable y corrupta realidad, sabemos que las dos manos derechas del capital, PP y Psoe, se han opuesto a que la entrega de la casa hipotecada cancele la deuda adquirida por quienes no pueden hacer frente al pago de la misma.
¿A quiénes sirven esta gente? ¿A quienes les votan o a quienes les pagan tras sus incesantes prevaricaciones?
No es que no nos representen, es que son nuestros enemigos. Son ellos, siervos políticos del capital, los que nos están llevando al siglo XIX, no queriendo ver que aun estando en el XXI las revoluciones se siguen haciendo con los mismos objetivos aunque las guillotinas sean otras muy distintas.
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