Van los acontecimientos tan rápidos, que para empaparnos de muchos de ellos hemos de mirar hacia el pasado más inmediato, el que ha ocurrido solo hace unas horas, un pasado que nadie daba por posible cuando miraba, hace esas horas, hacia su inmediato futuro. De ahí que es casi imposible encontrar a alguien que mire más allá de unos cuantos días de las hojas del calendario aun sin arrancar y que además plantee horizontes hacia los que caminar.
Al igual que a los zapateristas, a Obama, el otro miembro de la conjunción planetaria se le ha caído el cielo encima sin explicarse cómo ni por qué; sin tan siquiera caer en la cuenta que ya el galo Asterix y todos los de su “kibuz socialista” a lo único que temían era a que el cielo se les viniera encima, en otras palabras, que su incapacidad de previsión y de análisis no les permitiese anticipar los desastres mas previsibles mientras que cualquier otra mente abierta, no enlodazada en el fango de la política miserable, pudiera visualizarlos diáfanos.
Cada día que pasa más me convenzo sobre la incapacidad de la izquierda actual para creer en sí misma, para llevar adelante sus planteamientos y para luchar de igual a igual con el resto de las fuerzas políticas.
Sea a este lado del charco o al otro, los que se lanzan a campañas de hipnotismo izquierdoso demuestran cuan falsarios son una vez alcanzado el legitimo poder que la democracia les otorga. Ni aquí, ni allá, ni los conductores, ni los pasajeros de los trenes que circulan por lo que ellos llaman nuevas vías, demuestran saber conducir, unos, ni los pasajeros en esas vías embarcados exigen llegar al destino a donde el billete pagado y la compañía de viajes les prometía llegar.
En esta repetida situación, Smith y Schroeder en Alemania, Mitterrand en Francia, González en España, y ahora Zapatero y Obama al unísono, dicen hacer lo que tienen que hacer cuando no hace tanto prometían hacer lo contrario de lo que ahora hacen.
No he conocido a lo largo de mi experiencia vital más que a una sola generación de hombres de estado y demócratas que hiciesen honor a sus compromisos políticos y lo que es más importante, que desde la práctica política reverenciasen los valores a los que habían consagrado su trabajo público.
Roosevelt, Churchill, De Gaulle, Kreisky, Palme y Golda Meir merecen, sin más explicaciones, ser contrapuestos a los que se reclamaban sus descendientes políticos pero que han demostrado ser solo unos acomplejados empleados de sus supuestos adversarios.
Hoy y aquí los usurpadores de la legitimidad historica de la izquierda junto a sus gemelos de Genova ya han desencadenado las campañas de atemorización y adoctrinamiento. Uno, el PP, parece que se decide a decir esa boca es suya, y entiendo que tenemos que agradecérselo todos aquellos que venimos denunciando al Psoe por sus políticas y sus cortinas de humo.
Cuando la derecha más retrograda de Europa habla, todo aquel que se sienta de izquierda, puede comprobar cuan coincidentes son ambas partes del espectro de la derecha española, la social-liberal y la cavernícola española.
Ni una sola diferencia conceptual. Menos aun se pueden apreciar diferencias entre las medidas o políticas sectoriales de unos o de otros. Como mucho, y para ello hay que afinar la puntería, se puede constatar que si unos reducen las pensiones, los otros las reducirían más, que si unos bajan el sueldo a los funcionarios, los otros, quizás, los despidiesen, que si estos de ahora suben los impuestos indirectos, los otros los subirían más y bajarían los que no pagan los ricos. No puede haber quien en la izquierda real, -la intima, la personal-, mantenga duda alguna sobre quienes son ambos contendientes, cuando unos y otros utilizan el mismo vademécum de cómo mantener la supeditación de la política y la democracia al poder del dinero.
Tras haber bajado los impuestos a los evasores y defraudadores, se les invita cordialmente a “reponer” parcialmente los impuestos evadidos; tras decir que no había crisis se decantan por hacerla pagar a quienes decían defender; tras utilizar el dinero público para esconder sus desastres económicos se lanzan a ocultar parte del desempleo al considerar como activo al parado a quien por 426 euros le obligan a hacer un curso, que no imparten, pero que les permite legalmente sacarlos de las listas de paro.
Se ufanan de bajar el déficit público cuando el problema nacional es el déficit privado de empresas y bancos españoles y a ellos destinan los capitales captados mediante nuevas emisiones de deuda pública. Y de cara al inmediato futuro no tienen reparo alguno en jibarizar partidas de gasto social sin que las destinadas al boato, publicidad y las miles de subvenciones a amiguetes disminuyan lo más mínimo.
Y como todo es poco para estos dilapidadores de lo ajeno, se afanan en construir las justificaciones que por los atracos futuros pudieran dispersar a su fanática parroquia.
La sanidad, la educación y la dependencia serán los próximos objetivos a reformar a fin de activar la economía, para que aquellos que tienen sus arcas llenas amplíen sus areas de negocios y vuelvan a obtener los impúdicos beneficios que la burbuja del ladrillo les propinó, situación de la que estos disfrazados lacayos esperan se derive un repunte de la inversión y del empleo.
Ya ven Vds., no se les puede exigir más. Están dispuestos a la lucha. Están henchidos de valor y de decisión para afrontar a los adversarios de los trabajadores. Están decididos a que la justicia, la representada por el amigo del alma de Camps, impere. Están dispuestos a luchar por la igualdad, la de género, por supuesto, -la otra no la conciben-, y siempre y cuando no conlleve igualdad económica. Están convencidos de la verdad, de que su verdad es la única verdad. Están prestos a defender con uñas y dientes la aplicación de aquellas políticas que les asegure el respaldo del dinero, y están más que decididos a repetir el engaño para con los suyos de gritar sin parar aquello de….”¡que viene el lobo!”.
La gran diferencia respecto a otras ocasiones es que hay ya más de catorce millones de ciudadanos, entre funcionarios, parados y pensionistas, que ya han sido mordidos por estos lobos de ahora, que aun no hemos olvidado como mordían los lobos de Aznar, y que sabemos que optar por lo que los políticos más desvergonzados de España llaman el mal menor, ellos mismos, es optar por la ausencia de futuro en la izquierda española.
Al igual que a los zapateristas, a Obama, el otro miembro de la conjunción planetaria se le ha caído el cielo encima sin explicarse cómo ni por qué; sin tan siquiera caer en la cuenta que ya el galo Asterix y todos los de su “kibuz socialista” a lo único que temían era a que el cielo se les viniera encima, en otras palabras, que su incapacidad de previsión y de análisis no les permitiese anticipar los desastres mas previsibles mientras que cualquier otra mente abierta, no enlodazada en el fango de la política miserable, pudiera visualizarlos diáfanos.
Cada día que pasa más me convenzo sobre la incapacidad de la izquierda actual para creer en sí misma, para llevar adelante sus planteamientos y para luchar de igual a igual con el resto de las fuerzas políticas.
Sea a este lado del charco o al otro, los que se lanzan a campañas de hipnotismo izquierdoso demuestran cuan falsarios son una vez alcanzado el legitimo poder que la democracia les otorga. Ni aquí, ni allá, ni los conductores, ni los pasajeros de los trenes que circulan por lo que ellos llaman nuevas vías, demuestran saber conducir, unos, ni los pasajeros en esas vías embarcados exigen llegar al destino a donde el billete pagado y la compañía de viajes les prometía llegar.
En esta repetida situación, Smith y Schroeder en Alemania, Mitterrand en Francia, González en España, y ahora Zapatero y Obama al unísono, dicen hacer lo que tienen que hacer cuando no hace tanto prometían hacer lo contrario de lo que ahora hacen.
No he conocido a lo largo de mi experiencia vital más que a una sola generación de hombres de estado y demócratas que hiciesen honor a sus compromisos políticos y lo que es más importante, que desde la práctica política reverenciasen los valores a los que habían consagrado su trabajo público.
Roosevelt, Churchill, De Gaulle, Kreisky, Palme y Golda Meir merecen, sin más explicaciones, ser contrapuestos a los que se reclamaban sus descendientes políticos pero que han demostrado ser solo unos acomplejados empleados de sus supuestos adversarios.
Hoy y aquí los usurpadores de la legitimidad historica de la izquierda junto a sus gemelos de Genova ya han desencadenado las campañas de atemorización y adoctrinamiento. Uno, el PP, parece que se decide a decir esa boca es suya, y entiendo que tenemos que agradecérselo todos aquellos que venimos denunciando al Psoe por sus políticas y sus cortinas de humo.
Cuando la derecha más retrograda de Europa habla, todo aquel que se sienta de izquierda, puede comprobar cuan coincidentes son ambas partes del espectro de la derecha española, la social-liberal y la cavernícola española.
Ni una sola diferencia conceptual. Menos aun se pueden apreciar diferencias entre las medidas o políticas sectoriales de unos o de otros. Como mucho, y para ello hay que afinar la puntería, se puede constatar que si unos reducen las pensiones, los otros las reducirían más, que si unos bajan el sueldo a los funcionarios, los otros, quizás, los despidiesen, que si estos de ahora suben los impuestos indirectos, los otros los subirían más y bajarían los que no pagan los ricos. No puede haber quien en la izquierda real, -la intima, la personal-, mantenga duda alguna sobre quienes son ambos contendientes, cuando unos y otros utilizan el mismo vademécum de cómo mantener la supeditación de la política y la democracia al poder del dinero.
Tras haber bajado los impuestos a los evasores y defraudadores, se les invita cordialmente a “reponer” parcialmente los impuestos evadidos; tras decir que no había crisis se decantan por hacerla pagar a quienes decían defender; tras utilizar el dinero público para esconder sus desastres económicos se lanzan a ocultar parte del desempleo al considerar como activo al parado a quien por 426 euros le obligan a hacer un curso, que no imparten, pero que les permite legalmente sacarlos de las listas de paro.
Se ufanan de bajar el déficit público cuando el problema nacional es el déficit privado de empresas y bancos españoles y a ellos destinan los capitales captados mediante nuevas emisiones de deuda pública. Y de cara al inmediato futuro no tienen reparo alguno en jibarizar partidas de gasto social sin que las destinadas al boato, publicidad y las miles de subvenciones a amiguetes disminuyan lo más mínimo.
Y como todo es poco para estos dilapidadores de lo ajeno, se afanan en construir las justificaciones que por los atracos futuros pudieran dispersar a su fanática parroquia.
La sanidad, la educación y la dependencia serán los próximos objetivos a reformar a fin de activar la economía, para que aquellos que tienen sus arcas llenas amplíen sus areas de negocios y vuelvan a obtener los impúdicos beneficios que la burbuja del ladrillo les propinó, situación de la que estos disfrazados lacayos esperan se derive un repunte de la inversión y del empleo.
Ya ven Vds., no se les puede exigir más. Están dispuestos a la lucha. Están henchidos de valor y de decisión para afrontar a los adversarios de los trabajadores. Están decididos a que la justicia, la representada por el amigo del alma de Camps, impere. Están dispuestos a luchar por la igualdad, la de género, por supuesto, -la otra no la conciben-, y siempre y cuando no conlleve igualdad económica. Están convencidos de la verdad, de que su verdad es la única verdad. Están prestos a defender con uñas y dientes la aplicación de aquellas políticas que les asegure el respaldo del dinero, y están más que decididos a repetir el engaño para con los suyos de gritar sin parar aquello de….”¡que viene el lobo!”.
La gran diferencia respecto a otras ocasiones es que hay ya más de catorce millones de ciudadanos, entre funcionarios, parados y pensionistas, que ya han sido mordidos por estos lobos de ahora, que aun no hemos olvidado como mordían los lobos de Aznar, y que sabemos que optar por lo que los políticos más desvergonzados de España llaman el mal menor, ellos mismos, es optar por la ausencia de futuro en la izquierda española.
1 comentario:
Muy interesante tu artículo.
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