Antaño, cuando los dinosaurios Bush, Blair y Aznar dominaban la tierra, se atrevieron a embarcarnos en una guerra preventiva, pero por algún extraño mecanismo de su primitivo cerebro se vieron forzados a tomarse la molestia de decir al mundo las razones que les obligaban a tomar tan “meditada” decisión.
El genocidio que Saddam practicaba con los kurdos, la “demostrada” existencia de armas de destrucción masiva, la relación “evidente” del régimen baasista, -medio teocrático medio socialista, o sea un dictadura-, con Al Qaeda, fueron los argumentos que de forma goebeliana, una y otra vez repetidos, permitieron, inicialmente, despachar el asunto sin grandes contestaciones internas de los países involucrados.
Aquí, además de las anteriores mentiras se nos dijo directa y claramente que como país teníamos otros argumentos añadidos que prestaban más solidez a la participación en el ilegal ataque. Uno, formar parte de los países que son algo en el panorama internacional, recuerden aquello del franquito Famaztella de poner a España en el mapa de los países que cuentan en el mundo. Y dos, de la participación y victoria se derivarían grandes y, tan contantes como sonantes, beneficios, cuál sería la abundancia y seguridad en el suministro de petróleo y su correspondiente baratura.
Nada, absolutamente nada de lo utilizado como estúpidas explicaciones se cumplió, excepción hecha de los calculados daños colaterales que supondrían la muerte de miles de inocentes iraquíes y de la ejecución sumarísima, es decir sin garantías jurídicas internacionales, de los más altos prebostes del régimen de Saddam.
Hoy cuando otra vez más se pone de manifiesto que otro régimen de terror y teocracia sigue haciendo de las suyas, saltándose a la torera las indicaciones de las instituciones internacionales y las más básicas normas de respeto a los derechos humanos, nadie, ni un solo país u organización internacional levanta la voz, menos aun la mano, para poner coto al genocidio en el que por omisión, cobardía, indecencia y corrupción estamos participando.
A diferencia de cuando la guerra de Aznar, guerra contra la cual nos manifestamos socialistas y progresistas, al punto de ser motejado Zp como el más irresponsable pancartero que los tiempos habían visto, hoy, el antaño defensor de la legalidad internacional y de los valores y derechos humanos, se refugia en la misma frase y en la misma indecente actitud que Aznar por aquel entonces.
Nos dice Zp, simulando decencia, dignidad y prudencia, que para España son prioritarias las buenas relaciones con Marruecos. Y de nuevo nos miente.
Para España, para la España de los ciudadanos lo prioritario en el plano internacional y de las relaciones con cualquier otro país es ser reconocida como la nación que hace de su respeto a las leyes internacionales, de la defensa e implantación del contenido de la declaración universal de los derechos humanos, de la justicia y de la solidaridad, la bandera, la seña de identidad del conjunto del pueblo español.
Para esta otra España, que no es la suya, la de los ciudadanos, no es prioritario el mantener buenas relaciones con Marruecos, lo que nos deber ser prioritario es mantener buenas relaciones con el pueblo marroquí, que no con su dictatorial y corrupta clase dirigente.
No estaría mal que, como Aznar, Bush y Blair, Zp se molestase en darnos alguna explicación y, por ejemplo, descubrirnos cuales son los intereses nacionales que él sitúa por encima de los inaprensibles y eternos valores socialistas, permitiendo que se entierren cadáveres de ciudadanos españoles asesinados por sicarios del sátrapa marroquí, sin que su gobierno presente protesta alguna; que nos explique el por qué de su silencio sobre el maltrato que periodistas españoles están sufriendo por el simple delito de tratar de informar de lo que allí pasa. Que se moleste Zp en justificar por qué manda a Argelia al ex-ministro Moratinos mientras la Trini, la titular de Asuntos Exteriores, queda plácidamente sentada en el banquillo del palacio de Santa Cruz viendo como alcanza el nivel de la obesidad mórbida de tanta tragadera silente.
Necesitamos que nos expliquen, si es que la explicación que tienen es decente y honrada, -que va a ser que no-, por qué los representantes del pueblo español se toman la libertad de, al representarnos, tirar y arrastrar por el más fétido albañal nuestra dignidad, nuestra solidaridad y nuestra concepción de la Justicia Universal.
No es una exigencia ni desmedida, ni inoportuna, ya que si tales explicaciones nos diese el líder del retro-progresismo, lograría quedar, al menos, al mismo nivel de honorabilidad en el que para la historia quedaron sus compadres, los tres de las Azores. Bien es cierto que esas explicaciones, sin ser desmedidas ni inoportunas, si pudieran ser innecesarias para aquellos que desde hace ya mucho conocemos su ADN político.
El genocidio que Saddam practicaba con los kurdos, la “demostrada” existencia de armas de destrucción masiva, la relación “evidente” del régimen baasista, -medio teocrático medio socialista, o sea un dictadura-, con Al Qaeda, fueron los argumentos que de forma goebeliana, una y otra vez repetidos, permitieron, inicialmente, despachar el asunto sin grandes contestaciones internas de los países involucrados.
Aquí, además de las anteriores mentiras se nos dijo directa y claramente que como país teníamos otros argumentos añadidos que prestaban más solidez a la participación en el ilegal ataque. Uno, formar parte de los países que son algo en el panorama internacional, recuerden aquello del franquito Famaztella de poner a España en el mapa de los países que cuentan en el mundo. Y dos, de la participación y victoria se derivarían grandes y, tan contantes como sonantes, beneficios, cuál sería la abundancia y seguridad en el suministro de petróleo y su correspondiente baratura.
Nada, absolutamente nada de lo utilizado como estúpidas explicaciones se cumplió, excepción hecha de los calculados daños colaterales que supondrían la muerte de miles de inocentes iraquíes y de la ejecución sumarísima, es decir sin garantías jurídicas internacionales, de los más altos prebostes del régimen de Saddam.
Hoy cuando otra vez más se pone de manifiesto que otro régimen de terror y teocracia sigue haciendo de las suyas, saltándose a la torera las indicaciones de las instituciones internacionales y las más básicas normas de respeto a los derechos humanos, nadie, ni un solo país u organización internacional levanta la voz, menos aun la mano, para poner coto al genocidio en el que por omisión, cobardía, indecencia y corrupción estamos participando.
A diferencia de cuando la guerra de Aznar, guerra contra la cual nos manifestamos socialistas y progresistas, al punto de ser motejado Zp como el más irresponsable pancartero que los tiempos habían visto, hoy, el antaño defensor de la legalidad internacional y de los valores y derechos humanos, se refugia en la misma frase y en la misma indecente actitud que Aznar por aquel entonces.
Nos dice Zp, simulando decencia, dignidad y prudencia, que para España son prioritarias las buenas relaciones con Marruecos. Y de nuevo nos miente.
Para España, para la España de los ciudadanos lo prioritario en el plano internacional y de las relaciones con cualquier otro país es ser reconocida como la nación que hace de su respeto a las leyes internacionales, de la defensa e implantación del contenido de la declaración universal de los derechos humanos, de la justicia y de la solidaridad, la bandera, la seña de identidad del conjunto del pueblo español.
Para esta otra España, que no es la suya, la de los ciudadanos, no es prioritario el mantener buenas relaciones con Marruecos, lo que nos deber ser prioritario es mantener buenas relaciones con el pueblo marroquí, que no con su dictatorial y corrupta clase dirigente.
No estaría mal que, como Aznar, Bush y Blair, Zp se molestase en darnos alguna explicación y, por ejemplo, descubrirnos cuales son los intereses nacionales que él sitúa por encima de los inaprensibles y eternos valores socialistas, permitiendo que se entierren cadáveres de ciudadanos españoles asesinados por sicarios del sátrapa marroquí, sin que su gobierno presente protesta alguna; que nos explique el por qué de su silencio sobre el maltrato que periodistas españoles están sufriendo por el simple delito de tratar de informar de lo que allí pasa. Que se moleste Zp en justificar por qué manda a Argelia al ex-ministro Moratinos mientras la Trini, la titular de Asuntos Exteriores, queda plácidamente sentada en el banquillo del palacio de Santa Cruz viendo como alcanza el nivel de la obesidad mórbida de tanta tragadera silente.
Necesitamos que nos expliquen, si es que la explicación que tienen es decente y honrada, -que va a ser que no-, por qué los representantes del pueblo español se toman la libertad de, al representarnos, tirar y arrastrar por el más fétido albañal nuestra dignidad, nuestra solidaridad y nuestra concepción de la Justicia Universal.
No es una exigencia ni desmedida, ni inoportuna, ya que si tales explicaciones nos diese el líder del retro-progresismo, lograría quedar, al menos, al mismo nivel de honorabilidad en el que para la historia quedaron sus compadres, los tres de las Azores. Bien es cierto que esas explicaciones, sin ser desmedidas ni inoportunas, si pudieran ser innecesarias para aquellos que desde hace ya mucho conocemos su ADN político.
2 comentarios:
Magnífico y profundo argumentado artículo. Enhorabuena.
Si hubiese dignidad y justicia humana, los TRES de Las Azores, estarían en el banquillo de los acusados.
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