A día de hoy, 25 de abril de 2009, asumiendo el riesgo de equivocarme, afirmo que el zapaterismo, como opción de gobierno, está en un coma profundo e irreversible, a un paso de la muerte política.
Muy fuerte, ya lo sé, pero por una vez y sin que sirva de precedente, en vez de datos, en lugar de hechos, voy a empezar tirandome a la piscina con un augurio al que creo poco temerario. Ya veremos al final si hay agua o me descalabro contra el fondo.
No estoy diciendo que el neosocialismo, la nueva vía, el progresismo zetaperiano, o como creo más ajustado, el liberal-zapaterismo, vaya a desaparecer de la faz de España, es más, puede que aun le queden meses, incluso años, de aferrarse legalmente a la Moncloa, a las carteras ministeriales y al presupuesto público, pero su recorrido como opción política autónoma feneció en el día de ayer tras caerle encima una losa de 4.010.700 kilos.
Recordemos unos pocos hechos previos a tan anunciado suceso.
Antes de entrar en la fase política comatosa, el zapaterismo fue, y es, un virus que mató todo rastro de los principios activos de la socialdemocracia, ya que el principal de ellos, la aspiración a una sociedad más igualitaria y su consiguiente necesidad de transformar la existente, primero se ocultaron y se proscribieron después, sustituyéndolos por una connivencia con el capital, -no solo convivencia-, que acabó, como no podía ser de otra forma, justificando sus desmanes a fin de, así, justificar los propios.
Llego el zapaterismo al poder de forma tan sorprendente como inmerecida, bien es cierto que por el otro lado, los aznaristas, habían hecho todo lo posible como para dar cumplimiento a aquello por lo cual el poder no lo gana el que está en la oposición con sus aciertos, sino que lo pierde el que lo ejerce con sus errores, y como no tenían los zapateristas ni programa a desarrollar, ni visión alguna de situaciones alternativas, tras sacar a unos soldaditos de una guerra en la que no dispararon un tiro, se subieron al carro del ya desmandado ladrillo y allí hicieron amigos y dineros, y como la cosa del dinero y del empleo iba bien ¿para qué cambiar o pensar en el invierno de la cigarra?.
En esa inercia, se vanagloriaban de logros que eran tan discutibles como ajenos, entre los que es obligatorio destacar, por ridículo y falso, aquello de sobrepasar económicamente a Italia e ir a por Francia. Las consecuencias de las estupideces zapateristas no se hicieron esperar, primero tal afirmación produjo carcajadas más allá de los Pirineos pero después sus baladronadas y mentiras nos han traído más de cinco, que no cuatro, millones de parados. Pero este es otro cantar.
De por medio, decenas de miles de millones para los “riveros”, “poceros” varios, “martinsos”, “aifos” y “polaricos mundiales”, que miren por dónde, a quienes han acabado enriqueciendo ha sido a sus antiguos asesores, de los cuales el Taguas es paradigmático ejemplo de la mezcolanza propiciada por el zapaterismo entre la política y los negocios y el saqueo de los dineros de la Seguridad Social prototipo de derivación de dineros públicos a bolsillos privados.
Y así, unos pocos meses antes de unas elecciones en las que los “muertos” deberían haber sido los de la otra derecha, les asalta el vértigo y niegan las evidencias que ante sus ojos ponen los datos que facilitaban los que de economía mundial y nacional saben. Esos datos afirmaban que el esperado y anunciado estallido de la burbuja ladrillera e hipotecaria, que tanto monta, no solo se acercaba, es que las coordenadas y el cronógrafo del misil que despanzurraría la economía española coincidían exactamente con las de la Moncloa, y en el tiempo, con el 9 de marzo de 2008, día de elecciones generales. Y se les aflojaron las canillas, y empezaron a mentir y a comprar votos.
(Continuará)
Muy fuerte, ya lo sé, pero por una vez y sin que sirva de precedente, en vez de datos, en lugar de hechos, voy a empezar tirandome a la piscina con un augurio al que creo poco temerario. Ya veremos al final si hay agua o me descalabro contra el fondo.
No estoy diciendo que el neosocialismo, la nueva vía, el progresismo zetaperiano, o como creo más ajustado, el liberal-zapaterismo, vaya a desaparecer de la faz de España, es más, puede que aun le queden meses, incluso años, de aferrarse legalmente a la Moncloa, a las carteras ministeriales y al presupuesto público, pero su recorrido como opción política autónoma feneció en el día de ayer tras caerle encima una losa de 4.010.700 kilos.
Recordemos unos pocos hechos previos a tan anunciado suceso.
Antes de entrar en la fase política comatosa, el zapaterismo fue, y es, un virus que mató todo rastro de los principios activos de la socialdemocracia, ya que el principal de ellos, la aspiración a una sociedad más igualitaria y su consiguiente necesidad de transformar la existente, primero se ocultaron y se proscribieron después, sustituyéndolos por una connivencia con el capital, -no solo convivencia-, que acabó, como no podía ser de otra forma, justificando sus desmanes a fin de, así, justificar los propios.
Llego el zapaterismo al poder de forma tan sorprendente como inmerecida, bien es cierto que por el otro lado, los aznaristas, habían hecho todo lo posible como para dar cumplimiento a aquello por lo cual el poder no lo gana el que está en la oposición con sus aciertos, sino que lo pierde el que lo ejerce con sus errores, y como no tenían los zapateristas ni programa a desarrollar, ni visión alguna de situaciones alternativas, tras sacar a unos soldaditos de una guerra en la que no dispararon un tiro, se subieron al carro del ya desmandado ladrillo y allí hicieron amigos y dineros, y como la cosa del dinero y del empleo iba bien ¿para qué cambiar o pensar en el invierno de la cigarra?.
En esa inercia, se vanagloriaban de logros que eran tan discutibles como ajenos, entre los que es obligatorio destacar, por ridículo y falso, aquello de sobrepasar económicamente a Italia e ir a por Francia. Las consecuencias de las estupideces zapateristas no se hicieron esperar, primero tal afirmación produjo carcajadas más allá de los Pirineos pero después sus baladronadas y mentiras nos han traído más de cinco, que no cuatro, millones de parados. Pero este es otro cantar.
De por medio, decenas de miles de millones para los “riveros”, “poceros” varios, “martinsos”, “aifos” y “polaricos mundiales”, que miren por dónde, a quienes han acabado enriqueciendo ha sido a sus antiguos asesores, de los cuales el Taguas es paradigmático ejemplo de la mezcolanza propiciada por el zapaterismo entre la política y los negocios y el saqueo de los dineros de la Seguridad Social prototipo de derivación de dineros públicos a bolsillos privados.
Y así, unos pocos meses antes de unas elecciones en las que los “muertos” deberían haber sido los de la otra derecha, les asalta el vértigo y niegan las evidencias que ante sus ojos ponen los datos que facilitaban los que de economía mundial y nacional saben. Esos datos afirmaban que el esperado y anunciado estallido de la burbuja ladrillera e hipotecaria, que tanto monta, no solo se acercaba, es que las coordenadas y el cronógrafo del misil que despanzurraría la economía española coincidían exactamente con las de la Moncloa, y en el tiempo, con el 9 de marzo de 2008, día de elecciones generales. Y se les aflojaron las canillas, y empezaron a mentir y a comprar votos.
(Continuará)
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