Llevan ya mas de año y medio los chicos de Zp metiéndoles dinero público a los ladrilleros y mas de seis haciéndolo también con los banqueros, sin que en ningún momento por tal motivo ni en la derecha-derecha, ni en la derecha de los progresistas se haya producido mas queja o denuncia que la de aquellos que fuera de tan acogedores regazos, como un servidor, a tal se atreven.
Nadie, en medio de comunicación alguno, ha cuestionado el incremento de la deuda publica así ocasionada. Nadie ha planteado la inconveniencia de dejar a las arcas del Estado absolutamente depauperadas ante la crisis social en la que estamos. Nadie de los que hoy con todas sus armas se oponen al gasto publico anunciado en prestaciones sociales, -gasto tan anunciado como pendiente de realizar-, nadie de ellos, ha dicho lo mas mínimo en contra de los regalos en efectivo, y las deducciones de impuestos y de cuotas a la Seguridad Social que desde los gobiernos de Zp se les han venido haciendo durante cinco años y especialmente en los últimos 18 meses. Es mas, fabricantes de automóviles, editores, hosteleros y todos cuantos han visto ralentizarse sus beneficios están demandando dinero público para sus bolsillos y menos dinero para el de los trabajadores.
Hoy, ninguno de los que en ese periodo han recibido tan ingentes cantidades de fondos públicos cuanto paro obrero han generado hasta alcanzar un incremento de más de 1,9 millones de trabajadores, ninguno de esos beneficiarios de los regalos zapateristas se responsabiliza ni se lamenta de que su acción antisocial sea la que directamente provoca que a lo largo de este año se tenga que gastar el Estado unos veinte mil millones de euros más en protección y subsidios de desempleo.
Ni uno solo de los que propugnan despido mas barato y mercado laboral mas flexible conjugados con mas decididas acciones incentivadoras de la actividad económica, -léase como otra demanda de más dinero publico para sus bolsillos-, ni uno solo de estos solidarios emprendedores, establecerá relación de causa y efecto entre su determinación de despedir a trabajadores y provocar directamente con esa acción más gasto publico. Menos aun cabe soñar con que alguien, con reconocimiento público y profesional y cabalmente solidario, abogue por incrementar, vía impuestos directos progresivos, -progresivos, que no progresistas-, los ingresos estatales para hacer frente a esta situación de emergencia social
Lo que si hacen todas las derechas es poner el grito en el cielo porque se destine dinero público a proteger mínimamente a los que ellos lanzan a la incertidumbre, si no a la miseria.
Abogan por que la salida de la crisis no suponga mas gasto social, pero nada dicen del demandado incremento del gasto público societario. Defienden que el paro se combate con despido mas barato, demandan un contrato laboral único que les permita despedir o contratar a su antojo, y reclaman la desregulación total de las relaciones laborales, el abandono de la tutela judicial, y al mismo tiempo exigen mas ayudas publicas para sus cuentas de resultados.
Por resumir, quieren llevar al terreno laboral lo equivalente a la desregulación especulativa de capitales que tan “buenos” resultados les ha dado en el terreno financiero.
A estos patriotas próceres, -y no hay que olvidar como asocian patria y patrimonio-, yo les plantearía que si el despido es caro y dicen estar asfixiados en cuanto a liquidez, y el mercado de trabajo es muy rígido, ¿como es que han podido despedir a 1,9 millones de trabajadores en tan escaso tiempo, igualando ellos solitos en tal proceder a todos sus restantes colegas de la Unión Europea?
Hoy todos los afiliados a la derecha, tengan carné o no del PP o del PSOE, repudian lo que solamente ha verbalizado Zp sin animo y, quizás, sin posibilidad alguna de cumplirlo, mas gasto social para hacer frente a la espeluznante situación social en que estamos y las agravantes previsiones que se vislumbran.
Tanto los voceros mas radicalizados de la ultraderecha neocon, como aquellos otros que se dicen mas templados pero que aun permanecen instalados en la nostalgia de pelotazos pasados, hasta los dimisionarios y/o apalancados jerifaltes gubernativos, liberales de la ortodoxia capitalista, todos pretenden lo mismo, dos extractados fines que concentran todas sus ambiciones, uno, que la fuerza del trabajo deje de ser tal y que se considere, a efectos legales, como una mercancía individualizada y sometida a sus leyes de su mercado, y dos, que la capacidad y la acción económica del Estado responda solamente a criterios de su inmediata rentabilidad empresarial.
Lo del estado de bienestar, para ellos, es comunismo disfrazado, lo de la solidaridad social es panacea cristiana muy secundaria, lo de la estabilidad social es una cuestión de orden policial, lo del modelo de producción es planificación estatalista, si no estalinista, y lo de las necesidades o conveniencias económicas nacionales es dirigismo de la peor especie.
Se sienten tan fuertes en su triunfo sobre el Estado y sobre sus respectivas sociedades que, con total descaro, tan total como la sumisión de todos los poderes democráticos a sus designios, van a terminar imponiéndonos su visión de futuro, un futuro condicionado por su capacidad de manipular el tiempo, ya que manteniéndonos en pleno siglo XXI nos retrotraerán en el plano laboral y social al siglo XIII.
Esa es su nueva cruzada, su santo grial el dinero, los infieles a batir, otra vez, los trabajadores, el Damasco socialdemócrata, antes resistente, hoy carcomido de traidores y sin Saladino alguno a quien recurrir.
De nuevo…..”Cautivo y desarmado el ejercito rojo, han alcanzado la tropas del capital sus últimos objetivos materiales. La democracia ha terminado”.
Maldita sea. Otra vez lo mismo, y en esta ocasión sin tan siquiera pelear. Que vergüenza.
Nadie, en medio de comunicación alguno, ha cuestionado el incremento de la deuda publica así ocasionada. Nadie ha planteado la inconveniencia de dejar a las arcas del Estado absolutamente depauperadas ante la crisis social en la que estamos. Nadie de los que hoy con todas sus armas se oponen al gasto publico anunciado en prestaciones sociales, -gasto tan anunciado como pendiente de realizar-, nadie de ellos, ha dicho lo mas mínimo en contra de los regalos en efectivo, y las deducciones de impuestos y de cuotas a la Seguridad Social que desde los gobiernos de Zp se les han venido haciendo durante cinco años y especialmente en los últimos 18 meses. Es mas, fabricantes de automóviles, editores, hosteleros y todos cuantos han visto ralentizarse sus beneficios están demandando dinero público para sus bolsillos y menos dinero para el de los trabajadores.
Hoy, ninguno de los que en ese periodo han recibido tan ingentes cantidades de fondos públicos cuanto paro obrero han generado hasta alcanzar un incremento de más de 1,9 millones de trabajadores, ninguno de esos beneficiarios de los regalos zapateristas se responsabiliza ni se lamenta de que su acción antisocial sea la que directamente provoca que a lo largo de este año se tenga que gastar el Estado unos veinte mil millones de euros más en protección y subsidios de desempleo.
Ni uno solo de los que propugnan despido mas barato y mercado laboral mas flexible conjugados con mas decididas acciones incentivadoras de la actividad económica, -léase como otra demanda de más dinero publico para sus bolsillos-, ni uno solo de estos solidarios emprendedores, establecerá relación de causa y efecto entre su determinación de despedir a trabajadores y provocar directamente con esa acción más gasto publico. Menos aun cabe soñar con que alguien, con reconocimiento público y profesional y cabalmente solidario, abogue por incrementar, vía impuestos directos progresivos, -progresivos, que no progresistas-, los ingresos estatales para hacer frente a esta situación de emergencia social
Lo que si hacen todas las derechas es poner el grito en el cielo porque se destine dinero público a proteger mínimamente a los que ellos lanzan a la incertidumbre, si no a la miseria.
Abogan por que la salida de la crisis no suponga mas gasto social, pero nada dicen del demandado incremento del gasto público societario. Defienden que el paro se combate con despido mas barato, demandan un contrato laboral único que les permita despedir o contratar a su antojo, y reclaman la desregulación total de las relaciones laborales, el abandono de la tutela judicial, y al mismo tiempo exigen mas ayudas publicas para sus cuentas de resultados.
Por resumir, quieren llevar al terreno laboral lo equivalente a la desregulación especulativa de capitales que tan “buenos” resultados les ha dado en el terreno financiero.
A estos patriotas próceres, -y no hay que olvidar como asocian patria y patrimonio-, yo les plantearía que si el despido es caro y dicen estar asfixiados en cuanto a liquidez, y el mercado de trabajo es muy rígido, ¿como es que han podido despedir a 1,9 millones de trabajadores en tan escaso tiempo, igualando ellos solitos en tal proceder a todos sus restantes colegas de la Unión Europea?
Hoy todos los afiliados a la derecha, tengan carné o no del PP o del PSOE, repudian lo que solamente ha verbalizado Zp sin animo y, quizás, sin posibilidad alguna de cumplirlo, mas gasto social para hacer frente a la espeluznante situación social en que estamos y las agravantes previsiones que se vislumbran.
Tanto los voceros mas radicalizados de la ultraderecha neocon, como aquellos otros que se dicen mas templados pero que aun permanecen instalados en la nostalgia de pelotazos pasados, hasta los dimisionarios y/o apalancados jerifaltes gubernativos, liberales de la ortodoxia capitalista, todos pretenden lo mismo, dos extractados fines que concentran todas sus ambiciones, uno, que la fuerza del trabajo deje de ser tal y que se considere, a efectos legales, como una mercancía individualizada y sometida a sus leyes de su mercado, y dos, que la capacidad y la acción económica del Estado responda solamente a criterios de su inmediata rentabilidad empresarial.
Lo del estado de bienestar, para ellos, es comunismo disfrazado, lo de la solidaridad social es panacea cristiana muy secundaria, lo de la estabilidad social es una cuestión de orden policial, lo del modelo de producción es planificación estatalista, si no estalinista, y lo de las necesidades o conveniencias económicas nacionales es dirigismo de la peor especie.
Se sienten tan fuertes en su triunfo sobre el Estado y sobre sus respectivas sociedades que, con total descaro, tan total como la sumisión de todos los poderes democráticos a sus designios, van a terminar imponiéndonos su visión de futuro, un futuro condicionado por su capacidad de manipular el tiempo, ya que manteniéndonos en pleno siglo XXI nos retrotraerán en el plano laboral y social al siglo XIII.
Esa es su nueva cruzada, su santo grial el dinero, los infieles a batir, otra vez, los trabajadores, el Damasco socialdemócrata, antes resistente, hoy carcomido de traidores y sin Saladino alguno a quien recurrir.
De nuevo…..”Cautivo y desarmado el ejercito rojo, han alcanzado la tropas del capital sus últimos objetivos materiales. La democracia ha terminado”.
Maldita sea. Otra vez lo mismo, y en esta ocasión sin tan siquiera pelear. Que vergüenza.
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