miércoles, 12 de septiembre de 2007

DOS GENERACIONES MUY DISTINTAS

Al menos en mi mente, cuando se habla de generaciones, de forma automática se establece una irreal línea divisoria entra cada una de las que en cada momento contemplo. Y sabiendo que esto es un error conceptual tengo que hacer el esfuerzo de borrar esa línea divisoria, y dar continuidad a lo que naturalmente la tiene por si misma, la vida.
Entre las generaciones no hay discontinuidades, ya que el fluir del tiempo y la escalonada continuidad de los descendientes hacen que el solapamiento de las diversas generaciones coexistentes se vean afectadas por
hechos y circunstancias en parecidas cuantias, o por utilizar otro término, no hay discontinuidades entre las distintas divisiones que del tiempo y las personas hacemos en nuestro afán de ordenar la historia.
Por ello cuando se habla de los avatares que sufrieron o gozaron tal o cual generación, entiendo que no es mas que una forma de expresar qué hechos sucedieron, y cuando y quienes fueron sus directos o indirectos protagonistas.
Así, la segunda guerra mundial no se entiende en su inicio, desarrollo y desenlace sin saber de la primera y del periodo entre ellas, y todo este devenir abarca mas de una generación, con lo cual las opiniones al respecto serían muy diferentes según fuese expresado por un ex-combatiente de la primera gran guerra, por un afectado por el crac del 29 o por una familia japonesa en el 45 o por un "neutral" franquista.
¿Que pretendo finalmente decir?, que las generaciones son moldeadas por el ámbito territorial, los valores generalmente aceptados, y la personalidad de las sociedades en que cada una de ellas se desenvuelva, con las salvedades que toda generalización conlleva.
Entiendo, por lo tanto que es válido afirmar que la generación de políticos que han regido los destinos de los países mas importantes del planeta en los años ochenta y noventa, pertenecientes o no a una misma generación temporal, pertenecen todos sin distinción de edad a una misma generación con principios y valores, incluso contrapuestos, entonces imperantes, ya que todos, salvando particularidades nacionales que a estos efectos se pueden calificar de “menores”, todos, se han visto influidos por circunstancias comunes a la política mundial.
La crisis del petróleo de los setenta, el despertar a la democracia de muchos países de América, África y en menor grado Asia, la prolongadísima guerra fría y el inmediato inicio de la desagregación de algo tan aparentemente solido como el sistema comunista, la consecuente demanda de libertad de esos países, y tantas otras circunstancias políticas, sociales y económicas, anteriores incluso a las mencionadas, hicieron que lideres como Helmund Kholl, François Mitterrand, Felipe González, Mario Soares, Simon Peres, Olof Palme, Bruno Kreiski, incluso Mihail Gorbachov o Bill Clinton participasen de unos valores que expresados de diversas formas y aplicados en sus respectivos países con recetas a ellos particularizadas, todos, según confesaba González recientemente se reconocían en ellos.
Y siendo así, también confesaba hace poco Felipe González, que en conversación mas o menos privada Javier Solana le comentó, “Felipe se están perdiendo los valores de nuestra generación”. Y me temo que acierta Solana y acierta González, ya que es evidente, que incluso desde un sentir pragmático de la responsabilidad política, y González y Solana son excelentes prototipos de ello, los valores que en lo mas profundo de su individualidad daban soporte a su edificio intelectual, y este a su vez a su acción política, eran los valores de servicio a los demás mediante la aplicación de criterios de igualdad, solidaridad, justicia, y verdad, todos ellos ejercidos en incuestionables estadios democráticos.
Hoy ya no es así, o al menos ya no es del todo así.
El individualismo se impone a lo colectivo, por lo que el débil cada vez lo es más, y con ello la solidaridad tiene que luchar contra el “eficacismo contable”.
La desagregación social alcanza un grado de provincianismo tal que se disfraza de “micronacionalismo”, abandonando años de debilitamiento de fronteras que el internacionalismo mas racional estaba consiguiendo, dándose además la contradicción de coexistir con la globalización económica, o experiencias mas consolidadas como la Unión Europea.
Por no hacer un repaso exhaustivo resumiré diciendo que el conjunto de valores que se trata de enterrar, propendían a transformar, tranquila, mesurada pero decididamente la sociedad capitalista primitiva, hasta el punto de convertirla en las sociedades casi equilibradas que, en más de un país, los mas persistentes en este camino, podemos encontrar en el norte del mapa europeo.
Por el contrario, dado que, aun en distinto grado, en los años ochenta y noventa se produce un avance del estado del bienestar que no fue equilibradamente acompañado de una adecuada pedagogía que hiciera ver a la ciudadanía que la extensión de ese bienestar se debió a la puesta en practica de aquellos valores cívicos, en esta ausencia, hoy muchos de los beneficiarios de aquel estado de bienestar no aprecian la necesidad de la permanencia de esos valores. Mas bien al contrario, cuestionan su permanencia, y gente como Tony Blair, George W. Bush, Aznar, Berlusconi, Segolene Royal, Zapatero y tantos emergentes derechistas de antiguos países comunistas, todos ellos una nueva generacion muy distinta de la anterior, loan el individualismo, el sálvese quien pueda, el culto a la riqueza, y el desmontaje de sistemas de protección social que son los que dan solidez, estructuran, equilibran y hacen resistentes a las sociedades.
No es de extrañar que bajo conceptos tales como globalización, modernidad, iniciativa privada, en contra de los cuales no hay que estar por definición, se escondan, al menos en la aparente izquierda europea, vergonzantes iniciativas de transformación ideológica y por ello conceptual y de valores sociales.
El “nuevo socialismo” está demostrando que ni es nuevo ni es socialista, es acercamiento a las mullidas moquetas del capital, eso si, manteniendo las apariencias. Las “terceras vías”, si es que no han alcanzado más alto ordinal, no han conducido a ninguna estación o apeadero próximo a la igualdad, más bien al contrario, las distancias sociales se han ampliado y las dependencias, antes cadenas, de los más respecto a los menos, son mayores.
En resumen, no solo se están perdiendo aquellos valores, es que se están imponiendo los contrarios con el beneplácito y complicidad de muchos que dicen ser de los nuestros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cándido siento tu abandono de la organización. Es cierto que te ha tocado una agrupación complicada con Carmona, Izquierda Socialista, rubalcabas y demás. Ahora el que más me sorprende es Mario Salvatierra que lleva más de diez años cobrando como Consejero de Telemadrid y sin pegar un "palo al agua". Y encima dando lecciones de ética y proponiendose para todo sin verguenza ninguna.

Un saludo