Hace tres escasas semanas aquí dejé reflejada mi teoría del mantenimiento del poder que el zapaterismo está aplicando con mano de hierro a los propios.
En ese planteamiento, afirmé entonces y reafirmo hoy, que el principal movimiento de índole orgánica en el partido, la primera batalla por ampliar el control en el partido, la dieron Zapatero y Pepiño en Cataluña.
Consistía esta, en que con la excusa de la revisión del estatuto, y con los avatares de este proceso hubo en Cataluña, consiguieron llevar al punto del disparadero a Pascual Maragall, crédulo president de las promesas zapateriles, que trajo a Madrid un estatuto revisado que estaba más allá de los límites constitucionales, ya que dio por bueno lo que había afirmado Zapatero, que apoyaría en el Congreso lo que aprobase el Parlament. Pero este, usando de guillotina a Rubalcaba, metió tijera en Madrid y lo dejó de tal forma que ni a Tirios ni a Troyanos contentó. Y la participación en el refrendo así lo demostró.
Hoy Maragall afirma que Zapatero le exigió su dimisión a cambio de sacar adelante el estatuto, y parece que algún revuelo ha causado esta afirmación tanto en Moncloa como entre quienes no quieren ver lo evidente, hasta que alguien, en este caso Maragall, les demuestra que la panceta son torreznos de tocino de guarro.
Desde la lógica del comportamiento ciudadano normal y corriente es difícil de creer que alguien deseé y consiga el mal para los suyos, pero con ZP es así, y hay otros casos.
¿O ya no nos acordamos de Madrid?. ¿Acaso no ha sido el PSM un ejemplo claro, evidente, transparente y abominable ejemplo del hacer y deshacer, del quitar y poner títeres del sátrapa?. ¿O es que Simancas dimitió a los pocos días de “firmar” con Pepiño su continuidad y la no convocatoria de congreso extraordinario?.
Hizo dimitir a Maragall igual que cesó a Simancas, haciendo abuso de su posición de poderoso al que todo se debe supeditar, y tanto la presidencia de la más importante comunidad autónoma, no importa el riesgo de perderla si a cambio obtiene el control del PSC, como el intento de sacarse de encima a Simancas en el 2003, al cual ya consiguió chafar la presidencia de la Comunidad de Madrid mediante el aleccionamiento de Tamayo y Saez, pero como a estos se les fue la mano y el asunto transcendió, hubo que pactar con la FSM, “Quid pro quo” entre quinquis, ambos casos son claros ejemplos de la tiranía política que este tipo aplica a los propios; imaginen Vds. que aplicará a los extraños.
Decía que hay más casos, y ahí está el de Navarra. Han impedido un pacto de gobierno entre las diversas fuerzas de izquierda en Navarra cuando ellos utilizan acuerdos con esos mismos actores políticos en Madrid, y es que les da igual todo con tal que lo que suceda en cualquier rincón del país, en forma alguna les moleste o distorsione sus apetencias de poder. Esta es su pluralidad y su talante. ¡Qué cierto aquello de “dime de qué presumes y te diré de qué careces!.
Hoy, como vengo manteniendo, poco a poco se van conociendo las artes, malas artes, de esta cuadrilla de asaltantes de la política. Su único afán es mantenerse en el poder, y si para ello hay que comprarse un imperio mediático se lo compran con el dinero público que entienden que es suyo, si para mantenerse en el poder hay que comprar las voluntades más fáciles, las de los más necesitados, pues se compran con el dinero público que para eso entienden que es suyo, y el cheque bebe ya va, según y cómo, por 3500 euros, y los alquileres para jóvenes, subvencionados, y si en Cuenca o Palencia quieren puerto de mar pues que se hace uno. Pero políticas sociales con proyección, con vocación de permanencia, con incidencia sobre inversión y empleo, nada de nada.
Y encima Pepiño dice que van a estudiar si conviene meter la desaparición del Impuesto sobre el Patrimonio en el programa electoral; y si sus números les dicen que es bueno para el “señor”, pues lo hacen, sea acertado o no, sea justo o injusto, sea un acierto o un disparate, suponga liberalismo o marxismo, les da exactamente igual, son unos desalmados ideológicos y para ellos solo existe el balance contable de su poder, para nada les ocupa, y menos aún les preocupa, el bienestar ciudadano, la justicia o la igualdad.
Este presidentito pasará a la historia como el “señor de las ocurrencias”, lo malo es que va a dejarnos este país, no roto como dice la derecha aznarista, no, lo va a dejar desequilibrado socialmente, desequilibrado jurídicamente, desequilibrado en cuanto a los derechos posibles de ejercer en diversas partes del mismo, más injusto que cuando lo tomó, y cooperando a que con su acción y con su omisión, los valores que han venido siendo bandera y orgullo de ese partido centenario, estén al borde de desaparecer.
Quien quiera engañarse, que lo haga, pero ante sus ojos tiene las claves para comprobar lo que mantengo, y habrá de optar entre el buen vivir que por estar los “nuestros” en el poder se puede alcanzar si a ellos te pliegas o empezar a trabajar con firmeza y decisión para que el estropicio que estos están haciendo al país y al Psoe sea lo menos posible. Pero para ello, hay que hacerles frente.
En ese planteamiento, afirmé entonces y reafirmo hoy, que el principal movimiento de índole orgánica en el partido, la primera batalla por ampliar el control en el partido, la dieron Zapatero y Pepiño en Cataluña.
Consistía esta, en que con la excusa de la revisión del estatuto, y con los avatares de este proceso hubo en Cataluña, consiguieron llevar al punto del disparadero a Pascual Maragall, crédulo president de las promesas zapateriles, que trajo a Madrid un estatuto revisado que estaba más allá de los límites constitucionales, ya que dio por bueno lo que había afirmado Zapatero, que apoyaría en el Congreso lo que aprobase el Parlament. Pero este, usando de guillotina a Rubalcaba, metió tijera en Madrid y lo dejó de tal forma que ni a Tirios ni a Troyanos contentó. Y la participación en el refrendo así lo demostró.
Hoy Maragall afirma que Zapatero le exigió su dimisión a cambio de sacar adelante el estatuto, y parece que algún revuelo ha causado esta afirmación tanto en Moncloa como entre quienes no quieren ver lo evidente, hasta que alguien, en este caso Maragall, les demuestra que la panceta son torreznos de tocino de guarro.
Desde la lógica del comportamiento ciudadano normal y corriente es difícil de creer que alguien deseé y consiga el mal para los suyos, pero con ZP es así, y hay otros casos.
¿O ya no nos acordamos de Madrid?. ¿Acaso no ha sido el PSM un ejemplo claro, evidente, transparente y abominable ejemplo del hacer y deshacer, del quitar y poner títeres del sátrapa?. ¿O es que Simancas dimitió a los pocos días de “firmar” con Pepiño su continuidad y la no convocatoria de congreso extraordinario?.
Hizo dimitir a Maragall igual que cesó a Simancas, haciendo abuso de su posición de poderoso al que todo se debe supeditar, y tanto la presidencia de la más importante comunidad autónoma, no importa el riesgo de perderla si a cambio obtiene el control del PSC, como el intento de sacarse de encima a Simancas en el 2003, al cual ya consiguió chafar la presidencia de la Comunidad de Madrid mediante el aleccionamiento de Tamayo y Saez, pero como a estos se les fue la mano y el asunto transcendió, hubo que pactar con la FSM, “Quid pro quo” entre quinquis, ambos casos son claros ejemplos de la tiranía política que este tipo aplica a los propios; imaginen Vds. que aplicará a los extraños.
Decía que hay más casos, y ahí está el de Navarra. Han impedido un pacto de gobierno entre las diversas fuerzas de izquierda en Navarra cuando ellos utilizan acuerdos con esos mismos actores políticos en Madrid, y es que les da igual todo con tal que lo que suceda en cualquier rincón del país, en forma alguna les moleste o distorsione sus apetencias de poder. Esta es su pluralidad y su talante. ¡Qué cierto aquello de “dime de qué presumes y te diré de qué careces!.
Hoy, como vengo manteniendo, poco a poco se van conociendo las artes, malas artes, de esta cuadrilla de asaltantes de la política. Su único afán es mantenerse en el poder, y si para ello hay que comprarse un imperio mediático se lo compran con el dinero público que entienden que es suyo, si para mantenerse en el poder hay que comprar las voluntades más fáciles, las de los más necesitados, pues se compran con el dinero público que para eso entienden que es suyo, y el cheque bebe ya va, según y cómo, por 3500 euros, y los alquileres para jóvenes, subvencionados, y si en Cuenca o Palencia quieren puerto de mar pues que se hace uno. Pero políticas sociales con proyección, con vocación de permanencia, con incidencia sobre inversión y empleo, nada de nada.
Y encima Pepiño dice que van a estudiar si conviene meter la desaparición del Impuesto sobre el Patrimonio en el programa electoral; y si sus números les dicen que es bueno para el “señor”, pues lo hacen, sea acertado o no, sea justo o injusto, sea un acierto o un disparate, suponga liberalismo o marxismo, les da exactamente igual, son unos desalmados ideológicos y para ellos solo existe el balance contable de su poder, para nada les ocupa, y menos aún les preocupa, el bienestar ciudadano, la justicia o la igualdad.
Este presidentito pasará a la historia como el “señor de las ocurrencias”, lo malo es que va a dejarnos este país, no roto como dice la derecha aznarista, no, lo va a dejar desequilibrado socialmente, desequilibrado jurídicamente, desequilibrado en cuanto a los derechos posibles de ejercer en diversas partes del mismo, más injusto que cuando lo tomó, y cooperando a que con su acción y con su omisión, los valores que han venido siendo bandera y orgullo de ese partido centenario, estén al borde de desaparecer.
Quien quiera engañarse, que lo haga, pero ante sus ojos tiene las claves para comprobar lo que mantengo, y habrá de optar entre el buen vivir que por estar los “nuestros” en el poder se puede alcanzar si a ellos te pliegas o empezar a trabajar con firmeza y decisión para que el estropicio que estos están haciendo al país y al Psoe sea lo menos posible. Pero para ello, hay que hacerles frente.
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