Se empeñan tanto en que votemos, que sabiendo que hacerlo es reforzar a la derecha capitalista internacional, la que se ha construido una Europa absolutamente opuesta a la Europa social y de los derechos con la que soñábamos en los años de plomo de la dictadura, que todos los que sentimos en justicia, libertad e igualdad, habríamos de convenir que votar es lo mejor que podemos hacer para mantener su Europa, la de los mercaderes, y que no votar es el primer paso para “botarles”.
Acuden a estas elecciones unos partidos, los de siempre, que a todos engañan, y hay que decirles bien alto y bien claro, aunque de nuevo se hagan los sordos, que no los queremos, que los despreciamos por su egocentrismo y su interesado corporativismo, que no nos representan, que el sistema de democracia aparente e imposiciones reales a que nos han llevado se lo pueden meter en sus acorazadas cámaras bancarias. Hemos de gritarles a la cara que nos están abocando a una respuesta social ante la que, como de costumbre, nos opondrán la fuerza de su poder. Decirles que cada día que pasa, a los trabajadores nos queda menos por perder y mucho mas por ganar, que todo tiene un límite y que lo están traspasando, y que antes o después seremos más los que estemos dispuestos a jugárnosla otra vez en defensa de la justicia y la igualdad.
Y como sus entendederas están tan atrofiadas, tanto como sus conciencias, la única forma que, por el momento, tenemos de que se enteren de que algo les falla en su estrategia de saqueo a los ciudadanos, es no votar. No votar a ninguno. Ni a los de siempre, ni a aquellos que nuevos dicen ser, los que, rebotados de los partidos institucionalizados, se lanzan a querer representar a una supuesta izquierda tan dogmática como alocada e incapaz tan siquiera de reconocer en su justo termino la realidad que nos rodea.
Es necesario no votarles. Y no votar, es no votar a ninguno. Quedarse en casa. Ir de paseo. A la playa, al campo, a donde a cada uno nos de la gana, pero de ninguna manera ir a votar.
Hay mil motivos. Hay mil razones de mil colores. Todos ellos, siempre, nos han traicionado. La derecha…..que mas da. La derecha por serlo siempre, y la supuesta izquierda por no serlo,. por disfrazarse de tal cuando solo vive por y para los oligarcas y los plutócratas que los retribuyen.
El mensaje es el mismo, de ahí su sucia campaña electoral, ya que de igual manera actúan unos y otros. Unos y otros aceptan de mala gana el tener que depender cada cuatro años de unos ciudadanos a los que desprecian y a los que todos ellos siempre maltratan.
Estas no son unas elecciones que diriman que hacer en Europa y que hará esa Europa por los españoles y por el resto de los ciudadanos europeos, estas elecciones son para determinar si los caciques de los dos partidos mayoritarios sobreviven a sus potenciales asesinos internos y, residualmente, para determinar qué cincuenta sicarios en declive partidario alcanzan las altísimas retribuciones y privilegios que la multinacional Europa les regala con cargo a nuestros bolsillos.
No cabe engañarse ante las campañas de desinformación partidistas. Da igual que ganen unos u otros, en Europa manda el capital, los políticos son su oficialidad y su tropa somos los diferentes ejércitos de explotados ciudadanos.
Tras veintitrés años de experiencias comunitarias estamos comprobando que así no es posible otra Europa, y no es posible porque el sistema ni tan siquiera permite que sean posibles otras Francias u otras Irlandas reacias a su Constitución.. Es más, el sistema ha demostrado que es capaz de ingerir, deglutir y vomitar a la ortodoxia de la explotación capitalista a doce sociedades más de golpe y porrazo, sin que ninguna, ni de las recientemente asociadas ni de las fundadoras, establezca una sola condición favorable para sus ciudadanos.
El sistema ha demostrado que, cuales brujos que agitan quincalla en forma de BMWs, de televisores planos, de telefoninos que pocos saben usar, de, en resumen, artículos de consumo absolutamente prescindibles, logran afiliar a su gleba de esclavos voluntarios a millones de ciudadanos que, a cambio de tales afiches, renuncian a su libertad, a la independencia y a la dignidad, llamando a lo conseguido calidad de vida cuando solo es cantidad de basura.
El sistema, en el colmo del cinismo político, no se ha sonrojado lo mas mínimo por exigir que cuantas veces sea necesario se voten sus reglas, su constitución, hasta conseguir que sea aprobada
Ya no cabe alojar esperanza alguna en esa comunidad internacional que encuentra billones de euros para sus acongojados banqueros y no encuentra una centésima parte para acabar definitivamente con el hambre, la sed y la enfermedad en el mundo.
Hoy ya no quedan muchas ocasiones antes de que los detentadores del sistema nos conduzcan a una nueva catástrofe mundial, que en esa ocasión no será ni económica ni financiera, será, si no lo impedimos, biológica y medioambiental. Por ello antes de que tal suceda, gritémosles nuestro hartazgo y oposición. Que nuestra ausencia y silencio solo se pueda traducir por desprecio y rechazo. Y la primera forma de “botarles” es no votar.
Acuden a estas elecciones unos partidos, los de siempre, que a todos engañan, y hay que decirles bien alto y bien claro, aunque de nuevo se hagan los sordos, que no los queremos, que los despreciamos por su egocentrismo y su interesado corporativismo, que no nos representan, que el sistema de democracia aparente e imposiciones reales a que nos han llevado se lo pueden meter en sus acorazadas cámaras bancarias. Hemos de gritarles a la cara que nos están abocando a una respuesta social ante la que, como de costumbre, nos opondrán la fuerza de su poder. Decirles que cada día que pasa, a los trabajadores nos queda menos por perder y mucho mas por ganar, que todo tiene un límite y que lo están traspasando, y que antes o después seremos más los que estemos dispuestos a jugárnosla otra vez en defensa de la justicia y la igualdad.
Y como sus entendederas están tan atrofiadas, tanto como sus conciencias, la única forma que, por el momento, tenemos de que se enteren de que algo les falla en su estrategia de saqueo a los ciudadanos, es no votar. No votar a ninguno. Ni a los de siempre, ni a aquellos que nuevos dicen ser, los que, rebotados de los partidos institucionalizados, se lanzan a querer representar a una supuesta izquierda tan dogmática como alocada e incapaz tan siquiera de reconocer en su justo termino la realidad que nos rodea.
Es necesario no votarles. Y no votar, es no votar a ninguno. Quedarse en casa. Ir de paseo. A la playa, al campo, a donde a cada uno nos de la gana, pero de ninguna manera ir a votar.
Hay mil motivos. Hay mil razones de mil colores. Todos ellos, siempre, nos han traicionado. La derecha…..que mas da. La derecha por serlo siempre, y la supuesta izquierda por no serlo,. por disfrazarse de tal cuando solo vive por y para los oligarcas y los plutócratas que los retribuyen.
El mensaje es el mismo, de ahí su sucia campaña electoral, ya que de igual manera actúan unos y otros. Unos y otros aceptan de mala gana el tener que depender cada cuatro años de unos ciudadanos a los que desprecian y a los que todos ellos siempre maltratan.
Estas no son unas elecciones que diriman que hacer en Europa y que hará esa Europa por los españoles y por el resto de los ciudadanos europeos, estas elecciones son para determinar si los caciques de los dos partidos mayoritarios sobreviven a sus potenciales asesinos internos y, residualmente, para determinar qué cincuenta sicarios en declive partidario alcanzan las altísimas retribuciones y privilegios que la multinacional Europa les regala con cargo a nuestros bolsillos.
No cabe engañarse ante las campañas de desinformación partidistas. Da igual que ganen unos u otros, en Europa manda el capital, los políticos son su oficialidad y su tropa somos los diferentes ejércitos de explotados ciudadanos.
Tras veintitrés años de experiencias comunitarias estamos comprobando que así no es posible otra Europa, y no es posible porque el sistema ni tan siquiera permite que sean posibles otras Francias u otras Irlandas reacias a su Constitución.. Es más, el sistema ha demostrado que es capaz de ingerir, deglutir y vomitar a la ortodoxia de la explotación capitalista a doce sociedades más de golpe y porrazo, sin que ninguna, ni de las recientemente asociadas ni de las fundadoras, establezca una sola condición favorable para sus ciudadanos.
El sistema ha demostrado que, cuales brujos que agitan quincalla en forma de BMWs, de televisores planos, de telefoninos que pocos saben usar, de, en resumen, artículos de consumo absolutamente prescindibles, logran afiliar a su gleba de esclavos voluntarios a millones de ciudadanos que, a cambio de tales afiches, renuncian a su libertad, a la independencia y a la dignidad, llamando a lo conseguido calidad de vida cuando solo es cantidad de basura.
El sistema, en el colmo del cinismo político, no se ha sonrojado lo mas mínimo por exigir que cuantas veces sea necesario se voten sus reglas, su constitución, hasta conseguir que sea aprobada
Ya no cabe alojar esperanza alguna en esa comunidad internacional que encuentra billones de euros para sus acongojados banqueros y no encuentra una centésima parte para acabar definitivamente con el hambre, la sed y la enfermedad en el mundo.
Hoy ya no quedan muchas ocasiones antes de que los detentadores del sistema nos conduzcan a una nueva catástrofe mundial, que en esa ocasión no será ni económica ni financiera, será, si no lo impedimos, biológica y medioambiental. Por ello antes de que tal suceda, gritémosles nuestro hartazgo y oposición. Que nuestra ausencia y silencio solo se pueda traducir por desprecio y rechazo. Y la primera forma de “botarles” es no votar.
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