Nada importa, o eso parece, que los que dicen regirse por leyes, los estados de derecho, se conciten para asesinar a un terrorista, inscribiéndose así, ellos también, en la creciente lista de asesinos.
Nada importa que se desborden las legiones de fanáticos del crimen que pululan a ambos lados del atlántico jaleando la práctica de la más denostada y al tiempo más practicada ley, la del Talión.
Nada importa, o eso parece, que esos mismos estados de derecho, agrupados en otra guerra no declarada, de las ya conocidas como “intervenciones en defensa de la población civil”, no tengan tiempo para atender a un pequeño barco, dejando que naufrague cargado de esa misma población civil que huye de los ataques de quienes están en guerra contra su antiguo amigo, el “extravagante” Gadafi.
Nada importa que en esa misma guerra, perdón, intervención humanitaria, vuelvan a bombardear los palacios del sátrapa libio, en otra clara demostración de “humanitarismo selectivo”.
Lo que evidentemente si importa, y mucho, es eso de la campaña electoral, ya que ni punto de comparación tiene el grado de afectación que la guerra y las campañas electorales tienen, respectivamente, sobre los intereses “nacionales”.
La “intervención humanitaria” en la petrolifera Libia, como la participación en “la lucha contra el terrorismo internacional” en el país del gas natural, Afganistán, son apuestas de futuro que de salir bien y a decir de Aznar, antaño, y de Zp, ogaño, nos proporcionarán prestigio internacional y energía abundante y barata, pero……pero lo que estas “hazañas bélicas” de botijo y pandereta nunca podrán aportar, como lo hacen las campañas electorales, es empleo y seguridad a miles, cientos de miles de selectos ciudadanos españoles e incluso a algún que otro extranjero residente.
Ya sabemos que nuestras bombas, las que estamos lanzando a libios y talibanes, son pocas y matan menos, y que por mucho ardor guerrero que las explosiones produzcan en el patrioterismo facha o progresista, nunca serán lo rentables que son, para los de la clase política española, una buena campaña electoral, ya que del resultado de ella dependen decenas de miles de puestos de trabajo para unos y paro y desesperación para otros tantos.
Si de las diez y siete comunidades autónomas y dos ciudades, autónomas también, celebran (¿?) elecciones trece de las primeras y las dos norteafricanas, estimo que según los datos que he podido recopilar en las webs del ministerio de administración territorial y de las de cada una de ellas, no menos de 150 mil puestos de ¿trabajo? están expuestos al criterio de los votantes.
Si a lo anterior le sumamos, y así hay que hacerlo, los más de 15 mil concejales que perciben retribución regular por su sola presencia en los ayuntamientos y los más de cuarenta mil puestos de trabajo “eventuales” y/o “contratados” que dependen de la “digitalización” de los regidores de turno, obtendremos la bonita cifra de unos doscientos mil pesebres de distinta alcurnia los que están en juego en estas próximas elecciones. Y esto, sras. y sres., estos sí que es serio e importante.
Es por lo anterior que, -sabiendo como todos saben, que la situación social y económica es el desastre que es y que esa impresentable situación es la que sin casualidad alguna todos los de la partitocracia española han provocado deliberadamente-, nadie de ellos se digne en atender a la indecencia que como país estamos cometiendo a nivel mundial, que nadie de ellos se ocupe por la vida de aquellos a los que dicen estar defendiendo a bombazos, y por el contrario, todos ellos se ocupan, faltaría más, de sus solos y exclusivos intereses personales y de casta política, de ahí que para conseguir su seguro de alimentación y prebendas durante otros cuatro años, estén centrando sus mensajes en la explotación interesada del miedo de la gente al presente y de su terror al futuro inmediato.
Creo recordar que era en “Blade Runner” donde el replicante encarnado por Rutger Hauer decía al poli Harrison Ford, “Es duro vivir con miedo, ¿verdad?. En eso consiste ser esclavo”.
En eso nos tienen, en obligarnos, -vía medios de convicción y mediante la propagación del miedo-, a eliminar de nosotros mismos todo vestigio de libertad, de decencia social, de justicia, de valentía y del sentido de la responsabilidad histórica que estados, gobiernos y sociedades tenían hasta el momento en el que se produjo la victoria del capital sobre la dignidad y sobre la verdad.
Nada importa que se desborden las legiones de fanáticos del crimen que pululan a ambos lados del atlántico jaleando la práctica de la más denostada y al tiempo más practicada ley, la del Talión.
Nada importa, o eso parece, que esos mismos estados de derecho, agrupados en otra guerra no declarada, de las ya conocidas como “intervenciones en defensa de la población civil”, no tengan tiempo para atender a un pequeño barco, dejando que naufrague cargado de esa misma población civil que huye de los ataques de quienes están en guerra contra su antiguo amigo, el “extravagante” Gadafi.
Nada importa que en esa misma guerra, perdón, intervención humanitaria, vuelvan a bombardear los palacios del sátrapa libio, en otra clara demostración de “humanitarismo selectivo”.
Lo que evidentemente si importa, y mucho, es eso de la campaña electoral, ya que ni punto de comparación tiene el grado de afectación que la guerra y las campañas electorales tienen, respectivamente, sobre los intereses “nacionales”.
La “intervención humanitaria” en la petrolifera Libia, como la participación en “la lucha contra el terrorismo internacional” en el país del gas natural, Afganistán, son apuestas de futuro que de salir bien y a decir de Aznar, antaño, y de Zp, ogaño, nos proporcionarán prestigio internacional y energía abundante y barata, pero……pero lo que estas “hazañas bélicas” de botijo y pandereta nunca podrán aportar, como lo hacen las campañas electorales, es empleo y seguridad a miles, cientos de miles de selectos ciudadanos españoles e incluso a algún que otro extranjero residente.
Ya sabemos que nuestras bombas, las que estamos lanzando a libios y talibanes, son pocas y matan menos, y que por mucho ardor guerrero que las explosiones produzcan en el patrioterismo facha o progresista, nunca serán lo rentables que son, para los de la clase política española, una buena campaña electoral, ya que del resultado de ella dependen decenas de miles de puestos de trabajo para unos y paro y desesperación para otros tantos.
Si de las diez y siete comunidades autónomas y dos ciudades, autónomas también, celebran (¿?) elecciones trece de las primeras y las dos norteafricanas, estimo que según los datos que he podido recopilar en las webs del ministerio de administración territorial y de las de cada una de ellas, no menos de 150 mil puestos de ¿trabajo? están expuestos al criterio de los votantes.
Si a lo anterior le sumamos, y así hay que hacerlo, los más de 15 mil concejales que perciben retribución regular por su sola presencia en los ayuntamientos y los más de cuarenta mil puestos de trabajo “eventuales” y/o “contratados” que dependen de la “digitalización” de los regidores de turno, obtendremos la bonita cifra de unos doscientos mil pesebres de distinta alcurnia los que están en juego en estas próximas elecciones. Y esto, sras. y sres., estos sí que es serio e importante.
Es por lo anterior que, -sabiendo como todos saben, que la situación social y económica es el desastre que es y que esa impresentable situación es la que sin casualidad alguna todos los de la partitocracia española han provocado deliberadamente-, nadie de ellos se digne en atender a la indecencia que como país estamos cometiendo a nivel mundial, que nadie de ellos se ocupe por la vida de aquellos a los que dicen estar defendiendo a bombazos, y por el contrario, todos ellos se ocupan, faltaría más, de sus solos y exclusivos intereses personales y de casta política, de ahí que para conseguir su seguro de alimentación y prebendas durante otros cuatro años, estén centrando sus mensajes en la explotación interesada del miedo de la gente al presente y de su terror al futuro inmediato.
Creo recordar que era en “Blade Runner” donde el replicante encarnado por Rutger Hauer decía al poli Harrison Ford, “Es duro vivir con miedo, ¿verdad?. En eso consiste ser esclavo”.
En eso nos tienen, en obligarnos, -vía medios de convicción y mediante la propagación del miedo-, a eliminar de nosotros mismos todo vestigio de libertad, de decencia social, de justicia, de valentía y del sentido de la responsabilidad histórica que estados, gobiernos y sociedades tenían hasta el momento en el que se produjo la victoria del capital sobre la dignidad y sobre la verdad.
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