Andan unos con el lio interno de si primarias o congreso federal, cuando otros, los plumillas zapateriles y peperos aparentan estar escandalizados del lio en que se encuentra la tropa tras el desastre electoral, con una común coincidencia, ni unos ni otros dicen la verdad a los que se la deben.
Tiene la situación la facultad de permitir visualizar la realidad que se oculta tras las afirmaciones de los zombis zapateristas, ya sean estos los instalados en la política, en el dinero o en la nomina de los medios de convicción, y es que queriendo pensar un poquito y mirando los comportamientos partidarios de los últimos años nada quedaría en tinieblas.
Eso de las primarias, tan aclamado por los plumillas de nómina, fue un invento orientado a conseguir que la titularidad del poder político partidario no estuviese sometido a los “volubles” vaivenes de la militancia, de forma tal que si desde el poder se ponían barreras, llamadas avales, a los posibles candidatos espontáneos, se adquiría la seguridad de cerrar la puerta a indeseables desconocidos.
Pero sucedió que un indeseado conocido, un izquierdista poco afecto al oficialismo felipista y prisaico derrotó a un digitalizado Almunia, “obligando” al aparato a ponerle en su sitio buscando bajo las alfombras suciedad que con haber removido algo las suyas hubiesen cubierto a cientos de Borreles que se les hubiesen enfrentado.
Ante este fiasco ¿qué hicieron?, pues subir el listón de los avales y reiterar la moraleja de esa experiencia. Establecieron un mínimo del 25 % de firmas de militantes del ámbito territorial en que se fuesen a “celebrar” primarias, lo cual daba como resultado un máximo de cuatro posibles candidatos, y difundieron la consigna de…..“quien contra el viento mea, meado resulta”.
Desde entonces las primarias han sido un ejercicio de constricción política efectuado por el aparato zapateril que dio como segundo resultado que dos candidatos opositores a Tomás Gómez no consiguieran el número de firmas requerido, allá por el año 2008, cuando Tomás era el caballo digital ganador de Zp.
Por su cercanía todos recordamos el varapalo que hace solo unos meses Tomas Gómez propinó a Zp en el culo de la Trini tras haber sido caprichosamente rechazado por el mismo que obligó a Simancas a dimitir para imponerle al PSM solo tres años antes.
Moraleja, las primarias bien entendidas por el poder, y aun con algún riesgo de calcinar a sus promotores, es un método de control interno que con apariencia de democrática y participativa opción es en realidad una argolla en el cuello del conjunto de la militancia.
No se necesita más ejemplo demostrativo que el que actualmente quiere imponer Zp. Ni Alfredo ni la Chacón son otra cosa que herederos naturales del zapaterismo, la misma sangre política, el mismo compromiso y devenir gubernativo, los mismos tipos de relaciones e inclinaciones, tan solo se diferencian en que uno es del Madrid y de Botín y la otra es del Barça y de Bufrau, por lo demás, clones políticos de Zp.
Es por esto que esas posibles pero indeseables primarias no introducirían mas cambio en el Psoe que el aportado por sus respectivas fotos, lo cual lleva aparejado una cuestión de vida o muerte para los zapateristas, si las primarias se imponen serían ellos los que de nuevo confeccionarían y aprobarían las listas de las elecciones generales próximas, asegurandose de esa forma su supervivencia durante cuatro años mas independientemente de los resultados electorales venideros. Como se ve pura entrega, desprendimiento y sacrificio.
En cambio si se procediese a la convocatoria de un congreso, ordinario o extraordinario, según dimita o no Zp como secretario general, el partido, tras la consecución de una identidad política adaptada a la realidad electoral, social e histórica del Psoe podría elegir al nuevo/a secretario general en consonancia con esa identidad política y programática, este a su vez podría dotarse de una nueva ejecutiva igualmente coherente con esa nueva apuesta política y en cascada orgánica podrían los diferentes escalones de la organización abrir la puerta a la redefinición de programas, ideas y mecanismos que todos los militantes sin limitación alguna definirían.
De ese conjunto de procesos congresuales se obtendría como resultado, secundario, pero importantísimo, la eclosión de un nuevo conjunto de dirigentes del Psoe que serían, con sus respectivas militancias, los encargados de proponer y aprobar las listas electorales, y ,de ser todos ellos coherentes con sus actuaciones previas y en línea de lo que está proponiendo el PSE, esa posible recuperación de la socialdemocracia impondría la barrida del zapaterismo, de ese zapaterismo que con nombres y apellidos ha llevado al Psoe a la más profunda vergüenza de su historia.
En caso de triunfar la imposición de elecciones primarias entre dos candidatos clónicos de su mentor, en esas primarias que como droga falsamente democrática Zp quiere aplicar a su militancia, de nuevo triunfaría la mentira, la ocultación, la defensa de intereses particulares, la traición final de facilitar el acceso de la otra derecha a la Moncloa, y la sumisión a los designios del capital.
Tiene la situación la facultad de permitir visualizar la realidad que se oculta tras las afirmaciones de los zombis zapateristas, ya sean estos los instalados en la política, en el dinero o en la nomina de los medios de convicción, y es que queriendo pensar un poquito y mirando los comportamientos partidarios de los últimos años nada quedaría en tinieblas.
Eso de las primarias, tan aclamado por los plumillas de nómina, fue un invento orientado a conseguir que la titularidad del poder político partidario no estuviese sometido a los “volubles” vaivenes de la militancia, de forma tal que si desde el poder se ponían barreras, llamadas avales, a los posibles candidatos espontáneos, se adquiría la seguridad de cerrar la puerta a indeseables desconocidos.
Pero sucedió que un indeseado conocido, un izquierdista poco afecto al oficialismo felipista y prisaico derrotó a un digitalizado Almunia, “obligando” al aparato a ponerle en su sitio buscando bajo las alfombras suciedad que con haber removido algo las suyas hubiesen cubierto a cientos de Borreles que se les hubiesen enfrentado.
Ante este fiasco ¿qué hicieron?, pues subir el listón de los avales y reiterar la moraleja de esa experiencia. Establecieron un mínimo del 25 % de firmas de militantes del ámbito territorial en que se fuesen a “celebrar” primarias, lo cual daba como resultado un máximo de cuatro posibles candidatos, y difundieron la consigna de…..“quien contra el viento mea, meado resulta”.
Desde entonces las primarias han sido un ejercicio de constricción política efectuado por el aparato zapateril que dio como segundo resultado que dos candidatos opositores a Tomás Gómez no consiguieran el número de firmas requerido, allá por el año 2008, cuando Tomás era el caballo digital ganador de Zp.
Por su cercanía todos recordamos el varapalo que hace solo unos meses Tomas Gómez propinó a Zp en el culo de la Trini tras haber sido caprichosamente rechazado por el mismo que obligó a Simancas a dimitir para imponerle al PSM solo tres años antes.
Moraleja, las primarias bien entendidas por el poder, y aun con algún riesgo de calcinar a sus promotores, es un método de control interno que con apariencia de democrática y participativa opción es en realidad una argolla en el cuello del conjunto de la militancia.
No se necesita más ejemplo demostrativo que el que actualmente quiere imponer Zp. Ni Alfredo ni la Chacón son otra cosa que herederos naturales del zapaterismo, la misma sangre política, el mismo compromiso y devenir gubernativo, los mismos tipos de relaciones e inclinaciones, tan solo se diferencian en que uno es del Madrid y de Botín y la otra es del Barça y de Bufrau, por lo demás, clones políticos de Zp.
Es por esto que esas posibles pero indeseables primarias no introducirían mas cambio en el Psoe que el aportado por sus respectivas fotos, lo cual lleva aparejado una cuestión de vida o muerte para los zapateristas, si las primarias se imponen serían ellos los que de nuevo confeccionarían y aprobarían las listas de las elecciones generales próximas, asegurandose de esa forma su supervivencia durante cuatro años mas independientemente de los resultados electorales venideros. Como se ve pura entrega, desprendimiento y sacrificio.
En cambio si se procediese a la convocatoria de un congreso, ordinario o extraordinario, según dimita o no Zp como secretario general, el partido, tras la consecución de una identidad política adaptada a la realidad electoral, social e histórica del Psoe podría elegir al nuevo/a secretario general en consonancia con esa identidad política y programática, este a su vez podría dotarse de una nueva ejecutiva igualmente coherente con esa nueva apuesta política y en cascada orgánica podrían los diferentes escalones de la organización abrir la puerta a la redefinición de programas, ideas y mecanismos que todos los militantes sin limitación alguna definirían.
De ese conjunto de procesos congresuales se obtendría como resultado, secundario, pero importantísimo, la eclosión de un nuevo conjunto de dirigentes del Psoe que serían, con sus respectivas militancias, los encargados de proponer y aprobar las listas electorales, y ,de ser todos ellos coherentes con sus actuaciones previas y en línea de lo que está proponiendo el PSE, esa posible recuperación de la socialdemocracia impondría la barrida del zapaterismo, de ese zapaterismo que con nombres y apellidos ha llevado al Psoe a la más profunda vergüenza de su historia.
En caso de triunfar la imposición de elecciones primarias entre dos candidatos clónicos de su mentor, en esas primarias que como droga falsamente democrática Zp quiere aplicar a su militancia, de nuevo triunfaría la mentira, la ocultación, la defensa de intereses particulares, la traición final de facilitar el acceso de la otra derecha a la Moncloa, y la sumisión a los designios del capital.
En la formula exigida por Pachi López, convocatoria de congreso federal, se alberga la posibilidad de que el Psoe se reencuentre consigo mismo, con su historia, con su militancia y con los electores que le hemos abandonado, en la seguridad de que ese deseable reencuentro, si quisiera perdurar, no puede admitir en su seno virus zapaterista alguno.
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