sábado, 31 de mayo de 2008

APUNTE SABATICO

He oído decir al Jordi Sevilla, el economista derrotado por el Sebastian, que la socialdemocracia moderna es la que en tiempos de crisis, de la mano del Estado, pone en marcha mecanismos que ayuden a las empresas a remontarlas, a la vez que a los parados los acoge en el seno temporal de sus prestaciones por desempleo.
Si algo de lo anterior es evidente es que el Sevilla no miente, pero equivocado si que está, ya que tal cosa se puede llamar como se quiera, pero socialdemocracia no es.
La socialdemocracia de antes, la de después de la segunda guerra mundial, la que precedió a la estos "ferroviarios" perdidos en sus inacabables vías de las cuales ninguna lleva al socialismo, esa socialdemocracia establecía mecanismos por los cuales condicionaba las ayudas estatales a las empresas al mantenimiento y/o la recuperación del empleo, llegando incluso a ser obligada la presencia de representantes del Estado, en cuotas equivalentes a la aportación económica, en los consejos de administración de las empresas que hubiesen sido saneadas por esa acción estatal.
Esa misma socialdemocracia, la de antes, jamas bajó impuestos al capital o al patrimonio, ni en épocas de crisis ni en épocas de vacas gordas, esa misma socialdemocracia, nunca limitó ni permitió que "lander" alguno estableciese diferencias entre los derechos que unos ciudadanos podían ejercer en un lugar u otro de Alemania, esa misma socialdemocracia nunca derivó dineros provenientes de cuotas sociales a gastos de otra índole, como aquí se está haciendo, derivando dos tercios de los superavits de la Seguridad Social a "retribuir" a ladrilleros y a nuevos medios de comunicación adictos al zetaperismo.
Nunca, jamas, socialdemocrata alguno osó decir, so pena de ser descalificado como tal, que el estado está para asegurar la continuidad de la producción y el consumo, y de otro lado, en clara discriminación, prestar asistencia económica temporal y raquítica a los que el llamado mercado de trabajo, mercado-chicle, ya que no puede ser mas flexible, deja en la incertidumbre si no en la miseria.
Estos son los chicos, que bajo unas siglas, que si pudieran, les repudiarían, dicen ser los adalides del progresismo. Al menos tienen la vergüenza de cada vez menos decirse socialistas o socialdemocratas.

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