domingo, 8 de marzo de 2009

8 DE MARZO, desIGUALDAD

Fue Clara Zetkin quien durante un congreso de mujeres socialistas propuso, en 1910, que se instituyese el 8 de marzo como día Internacional de la Mujer en homenaje a aquellas que llevaron adelante las primeras acciones de mujeres trabajadoras organizadas contra la explotación capitalista. Fue por lo tanto el establecimiento de un homenaje a aquellas mujeres que organizadas laboralmente lucharon, hasta la muerte, por la igualdad.
Con el tiempo y con la ayuda de un ambiente social y político nada propicio a reivindicaciones que pudieran cuestionar lo establecido, -especialmente si lo consolidado que se cuestiona es de índole económica-, ha caído en el olvido la componente obrera, laboral y con ella social, de clase y política que tal instauración tuvo y debiera seguir teniendo.

Habrá quien mantenga que no ha de tener la cosa mayor importancia si aquellas que celebran su día no se la dan, pero aquellas y aquellos que estimamos que el abandono del sustantivo calificador, trabajadora, mujer trabajadora, ni es casual ni mucho menos gratuito, no podemos pasar por alto algo tan grave como es la oscura limitación de esos derechos que legítimamente a todas y a todos nos interesan se apliquen, los relacionados con el mundo laboral.
Si el día en que una vez al año se recuerda a la ciudadanía la enorme distancia que aun hay hasta alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres, entre las distintas capas sociales, si ese día, los poderosos de la llamada izquierda gobernante, amputan de forma intencionada uno de los factores que más incidirían en esa real igualdad entre hombre y mujer, la igualdad laboral y con ella la igualdad salarial, y los colectivos de mujeres por la igualdad lo aceptan más o menos sumisamente, más que difícil, imposible, será la equiparación ciudadana y efectiva. Nunca se conseguirá.
Lleva años el neosocialismo zapaterista lanzando cortinas de humo con este tema cada vez que las cosas le salen torcidas, y ni la conciliación entre la vida laboral y familiar tanto para el hombre como para la mujer, ni el derecho al aborto en condiciones razonables, ni, lo que es fundamental, la educación en la igualdad de género y de la otra, la social y la económica, son aspectos en los que se haya avanzado algo más que en la retorica que ya cansa.
No es cuestión de hacer demagogia ya que el tema es transcendental, pero…. ¿Cómo es posible que aun no se haya producido la mas mínima reacción social en contra de la actitud del llamado Ministerio de Igualdad que con el del Interior poco o nada efectivo hacen respecto al más básico derecho igualitario, el derecho a permanecer vivas que tienen, que tenían, las decenas de mujeres que victimas del machismo no consiguieron tutela estatal efectiva que las mantuviese vivas y fuera de riesgo?
En más de una ocasión he mantenido y mantengo que el terrorismo hoy día mas eficaz, mas tristemente eficaz es el terrorismo machista, véanse si no las estadísticas. Véanse y observese que desde que se tomó la determinación de crear para una incompetente un ministerio de supuesta igualdad, la discriminación laboral y salarial para con la mujer trabajadora ha crecido en España casi tanto cuanto ha crecido la asignación presupuestaria para el pago de escoltas al servicio de los políticos.
No pretendo desnudar a un santo para vestir a otro, pero que por favor nadie caiga en la trampa, esta sí que demagógica y falsa, de creer que Zp y sus neosocialistas defienden la igualdad; ni la igualdad en la seguridad, ni la de género, ni mucho menos la otra, la igualdad social y económica, la que a su vez afectaría a las relaciones sociales, laborales, económicas y finalmente, políticas, que por nada del mundo pretenden transformar. Para ellos, para los que venden humo igualitario, este es el mejor de los mundos posibles y deseables en lo que a igualdad se refiere.
En tanto que abjuraron del socialismo y se pusieron al servicio del poder económico, la igualdad volvió al lejano lugar que las utopías ocupan cuando un gobierno de derechas rige políticamente un país. Y, desgraciadamente, es el caso.

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