Querido Pedro: como creo que te consta, en los tres años que compartimos representación municipal, con tu quehacer y aun en la discrepancia puntual, generaste en mi respeto personal y político hacia tu persona. De entre los que allí estábamos te tuve por uno de los pocos capacitados para pensar y actuar en consecuencia, y esa consecuencia que esperaba era la coherencia política.
Hasta ayer. Hasta que en un articulito que te publica eso que llaman “El Plural”, -que digo yo que lo llamarán así porque lo hace más de uno-, he descubierto que andas perdido, falto de respuestas, lejano a la realidad de la calle y quizás influido por un entorno político desconcertante.
Te preguntas en tu escrito la razón por la que los hombres no acuden en número suficiente a las manifestaciones convocadas para reivindicar la igualdad de género y en contra de la discriminación y la violencia sobre las mujeres.
Solo te explicas tal ausencia “desde un machismo inconsciente que nos impide entender bien que las mujeres que son discriminadas o mueren a manos de sus parejas, ex parejas, maridos o amigos no son otras que nuestras madres, hermanas, amigas o compañeras de trabajo”.
No sabes “que más debe pasar para que los hombres nos movilicemos masivamente, de una vez por todas, contra el machismo en cualquiera de sus manifestaciones, esto es, cuando se discrimina, minusvalora o mata a la mujer por el hecho de serlo”.
Y finalizas preguntándote de nuevo “¿dónde estamos mientras las mujeres se manifiestan por un mundo donde quepan ellas y nosotros en igualdad?”
Verás, Pedro, te voy a contestar con unas preguntas y con un par de razones finales.
¿Cuántos hombres habrían de acudir a esas manifestaciones para que los considerases suficientemente representados? ¿Mil, dos mil, cien mil?.
¿Y mujeres?. ¿Cuantas asisten? y ¿Las que lo hacen, son suficientemente representativas del 53 % de la población española?
Yo creo que no es cuestión de números, es cuestión de credibilidad.
Tú sabes quienes, en qué número y creo que hasta conoces lo que impulsa a los que acuden a esas convocatorias. Yo te contaré por qué no acudo.
Debe ser la enésima vez que tras proponerme asistir a la convocatoria del 8 de marzo y otras como esa, me acabo echando atrás y me marcho sin incorporarme a la manifestación. Las asociaciones que con tales reivindicaciones, del presupuesto público viven, las feministas que de esa causa han hecho retribuida profesión, las y los políticos, que convocados por sus partidos, llevan en la cara el gozo, el entusiasmo indescriptible que la obligación de asistir les genera, todos ellos me repelen, me provocan rechazo. Me transmiten artificio y oportunismo obligado y a fecha fija. De ahí que mi solidaridad no se exprese, no se manifieste.
Pero lo más importante, Pedro, no es si yo asisto o no a esas convocatorias, ni tan siquiera si soy o no solidario con ellas. Lo importante es si realmente lo sois, solidarios y comprometidos con ellas, los que con ellas os manifestáis una y otra vez, lo importante es si desde el poder que desde hace cinco años ostentáis, a los ojos de los y las que no acuden, hacéis lo suficiente para que la igualdad de la mujer respecto al hombre avance realmente.
Porque esa igualdad, ni solo, ni principalmente se sustenta en la igualdad de género, no solo, ni principalmente se ha de basar en el derecho a no sufrir violencia, que de suyo va, -léete la Constitución-, la igualdad trascendente entre hombre y mujer, mejor, entre mujer y hombre, se ha de soportar en lo que hoy día da libertad, autonomía personal y social y respeto, la independencia, y, Pedro, para bien o para mal, esa independencia solo se consigue con independencia económica.
Tanto tu como yo, y muchísimos más, sabemos que la autentica independencia de la mujer se alcanzaría aplicando de una vez por todas aquello de “a igual trabajo, igual salario”, pero claro, esto son palabras mayores que alterarían las relaciones de dependencia sociales, aquellas que ni tú, ni mucho menos el zapaterismo está dispuesto a cuestionar.
Sin llegar a tanto, sin pretender que de la noche a la mañana cambies el mundo injusto con las mujeres, ¿te has planteado alguna vez incidir para que toda mujer que haya sido o se sienta amenazada y haya denunciado tal abuso, cuente de forma indefinida, como los políticos, con un guardaespaldas que su vida proteja?.¿ O es que esa vida, esas vidas, merecen menos protección estatal que la de los concejales madrileños que con escolta municipal diariamente paseábamos, o que la de los cargos públicos en el País Vasco cuando, afortunadamente para todos, los asesinos de ETA parece que están de pistola caída?.
Setenta y dos mujeres murieron el año pasado por la violencia machista. En lo que llevamos de año ya van siete. Mientras tal suceda y el poder público siga en su actual posición, con un ministerio de igualdad tan inoperante como su inepta ministra, y un Ministerio del Interior que a este respecto solo a posteriori actua, la credibilidad de los que os desgañitáis pidiendo igualdad de género será nula, ya que a vuestro lado, en tu misma ejecutiva federal, hay firmes defensores de una sociedad que no les importa que sea injusta con la mujer en lo laboral, en lo económico y en lo social, por lo que la mujer, como efecto añadido y derivado de esas injusticias, encima, ha de soportar el terrorismo machista.
¿Es contradictorio o no, Pedro, que mientras tu trabajas por la igualdad de genero, una tal Leire Pajin, -te suena, ¿verdad?-, responsabilice políticamente a una tal Ana Mato por los chanchullos de su ex, basándose en el simple hecho de haber sido su esposa? No me negarás que tales hechos conducen como mínimo a la desafección.
Tú y yo podemos creer en lo que decimos e incluso practicarlo de forma privada, personal, pero como queda demostrado, el enemigo también está dentro, y como esto lo sabemos todos y todas, no solo los hombres no acudimos a esas manifestaciones, es que, y esto es lo más triste, de las mujeres, solo acuden las de siempre.
La situación actual es el resultado de, a lo anterior, sumar un afán emanado desde el poder político por el que se quieren imponer diversos conceptos de igualdad, conceptos resultantes de haber troceado artificialmente a la igualdad, dando así respuesta a las necesidades y conveniencias de ese poder, y actuando por lo tanto en contra de algo que todos sabemos, que la igualdad es un concepto indivisible, compacto y homogéneo que si se fracciona pierde su identidad, haciendo imposible el avance de las partes resultantes y por lo tanto del conjunto.
La solución, Pedro, la sabes igual que yo. La coherencia, la correspondencia lógica entre lo que se dice y lo que se hace, el retomar conceptos y valores de siempre, los consustanciales a la izquierda, aunque estén perdidos, olvidados o voluntariamente arrinconados, y el de la igualdad es el contraste del socialismo. En caso contrario cada vez más solos estaréis en una lucha que merece tener a su frente a gente creíble, que no mienta.
Y tú podrías ser uno de los que con verdad y coherencia nos hablase. Eso espero y eso deseo. Un abrazo.
Hasta ayer. Hasta que en un articulito que te publica eso que llaman “El Plural”, -que digo yo que lo llamarán así porque lo hace más de uno-, he descubierto que andas perdido, falto de respuestas, lejano a la realidad de la calle y quizás influido por un entorno político desconcertante.
Te preguntas en tu escrito la razón por la que los hombres no acuden en número suficiente a las manifestaciones convocadas para reivindicar la igualdad de género y en contra de la discriminación y la violencia sobre las mujeres.
Solo te explicas tal ausencia “desde un machismo inconsciente que nos impide entender bien que las mujeres que son discriminadas o mueren a manos de sus parejas, ex parejas, maridos o amigos no son otras que nuestras madres, hermanas, amigas o compañeras de trabajo”.
No sabes “que más debe pasar para que los hombres nos movilicemos masivamente, de una vez por todas, contra el machismo en cualquiera de sus manifestaciones, esto es, cuando se discrimina, minusvalora o mata a la mujer por el hecho de serlo”.
Y finalizas preguntándote de nuevo “¿dónde estamos mientras las mujeres se manifiestan por un mundo donde quepan ellas y nosotros en igualdad?”
Verás, Pedro, te voy a contestar con unas preguntas y con un par de razones finales.
¿Cuántos hombres habrían de acudir a esas manifestaciones para que los considerases suficientemente representados? ¿Mil, dos mil, cien mil?.
¿Y mujeres?. ¿Cuantas asisten? y ¿Las que lo hacen, son suficientemente representativas del 53 % de la población española?
Yo creo que no es cuestión de números, es cuestión de credibilidad.
Tú sabes quienes, en qué número y creo que hasta conoces lo que impulsa a los que acuden a esas convocatorias. Yo te contaré por qué no acudo.
Debe ser la enésima vez que tras proponerme asistir a la convocatoria del 8 de marzo y otras como esa, me acabo echando atrás y me marcho sin incorporarme a la manifestación. Las asociaciones que con tales reivindicaciones, del presupuesto público viven, las feministas que de esa causa han hecho retribuida profesión, las y los políticos, que convocados por sus partidos, llevan en la cara el gozo, el entusiasmo indescriptible que la obligación de asistir les genera, todos ellos me repelen, me provocan rechazo. Me transmiten artificio y oportunismo obligado y a fecha fija. De ahí que mi solidaridad no se exprese, no se manifieste.
Pero lo más importante, Pedro, no es si yo asisto o no a esas convocatorias, ni tan siquiera si soy o no solidario con ellas. Lo importante es si realmente lo sois, solidarios y comprometidos con ellas, los que con ellas os manifestáis una y otra vez, lo importante es si desde el poder que desde hace cinco años ostentáis, a los ojos de los y las que no acuden, hacéis lo suficiente para que la igualdad de la mujer respecto al hombre avance realmente.
Porque esa igualdad, ni solo, ni principalmente se sustenta en la igualdad de género, no solo, ni principalmente se ha de basar en el derecho a no sufrir violencia, que de suyo va, -léete la Constitución-, la igualdad trascendente entre hombre y mujer, mejor, entre mujer y hombre, se ha de soportar en lo que hoy día da libertad, autonomía personal y social y respeto, la independencia, y, Pedro, para bien o para mal, esa independencia solo se consigue con independencia económica.
Tanto tu como yo, y muchísimos más, sabemos que la autentica independencia de la mujer se alcanzaría aplicando de una vez por todas aquello de “a igual trabajo, igual salario”, pero claro, esto son palabras mayores que alterarían las relaciones de dependencia sociales, aquellas que ni tú, ni mucho menos el zapaterismo está dispuesto a cuestionar.
Sin llegar a tanto, sin pretender que de la noche a la mañana cambies el mundo injusto con las mujeres, ¿te has planteado alguna vez incidir para que toda mujer que haya sido o se sienta amenazada y haya denunciado tal abuso, cuente de forma indefinida, como los políticos, con un guardaespaldas que su vida proteja?.¿ O es que esa vida, esas vidas, merecen menos protección estatal que la de los concejales madrileños que con escolta municipal diariamente paseábamos, o que la de los cargos públicos en el País Vasco cuando, afortunadamente para todos, los asesinos de ETA parece que están de pistola caída?.
Setenta y dos mujeres murieron el año pasado por la violencia machista. En lo que llevamos de año ya van siete. Mientras tal suceda y el poder público siga en su actual posición, con un ministerio de igualdad tan inoperante como su inepta ministra, y un Ministerio del Interior que a este respecto solo a posteriori actua, la credibilidad de los que os desgañitáis pidiendo igualdad de género será nula, ya que a vuestro lado, en tu misma ejecutiva federal, hay firmes defensores de una sociedad que no les importa que sea injusta con la mujer en lo laboral, en lo económico y en lo social, por lo que la mujer, como efecto añadido y derivado de esas injusticias, encima, ha de soportar el terrorismo machista.
¿Es contradictorio o no, Pedro, que mientras tu trabajas por la igualdad de genero, una tal Leire Pajin, -te suena, ¿verdad?-, responsabilice políticamente a una tal Ana Mato por los chanchullos de su ex, basándose en el simple hecho de haber sido su esposa? No me negarás que tales hechos conducen como mínimo a la desafección.
Tú y yo podemos creer en lo que decimos e incluso practicarlo de forma privada, personal, pero como queda demostrado, el enemigo también está dentro, y como esto lo sabemos todos y todas, no solo los hombres no acudimos a esas manifestaciones, es que, y esto es lo más triste, de las mujeres, solo acuden las de siempre.
La situación actual es el resultado de, a lo anterior, sumar un afán emanado desde el poder político por el que se quieren imponer diversos conceptos de igualdad, conceptos resultantes de haber troceado artificialmente a la igualdad, dando así respuesta a las necesidades y conveniencias de ese poder, y actuando por lo tanto en contra de algo que todos sabemos, que la igualdad es un concepto indivisible, compacto y homogéneo que si se fracciona pierde su identidad, haciendo imposible el avance de las partes resultantes y por lo tanto del conjunto.
La solución, Pedro, la sabes igual que yo. La coherencia, la correspondencia lógica entre lo que se dice y lo que se hace, el retomar conceptos y valores de siempre, los consustanciales a la izquierda, aunque estén perdidos, olvidados o voluntariamente arrinconados, y el de la igualdad es el contraste del socialismo. En caso contrario cada vez más solos estaréis en una lucha que merece tener a su frente a gente creíble, que no mienta.
Y tú podrías ser uno de los que con verdad y coherencia nos hablase. Eso espero y eso deseo. Un abrazo.
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