martes, 24 de marzo de 2009

ALTO Y CLARO (I)

No creo necesario repetir todos los datos sobre los beneficios que las empresas cotizadas en el Ibex-35 consiguieron en el ejercicio económico de 2008, el año en que Zp se cayó de la burra sebastianera y a trancas y barrancas reconoció a la que poco antes era inexistente crisis.
Vayan por delante unos pocos números para poder establecer una comparación, por supuesto odiosa, sobre resultados de la gestión económica privada y los de la gestión económica y social pública, y como desde el poder político se trata a unos y a otros de muy diferente manera.
En 2008 las seis grandes constructoras declararon haber ganado 1.742,42 millones de euros y tener una deuda de 72.754 millones de euros, mientras que el año anterior, 2007, ganaron, según ellas mismas, 5.059,4 millones y aceptaron tener una deuda por 87.743,1 millones de euros. Es decir sus beneficios bajaron nada mas y nada menos que el 65,57 % mientras que su deuda global se redujo en el 17, 09 %.
El conjunto de empresas del Ibex-35 reconocieron haber ganado 46.468 millones de euros lo cual representa un descenso de solo el 3,2 % de los beneficios alcanzados y declarados en 2007.
Tan solo a efectos recordatorios, tener en consideración que los dos grandes bancos españoles han ganado conjuntamente 13.895 millones de euros en 2008.
En el otro lado de los beneficios, en el lado publico, la empresa que a todos nos interesa que vaya bien, la Seguridad Social, obtuvo un superávit de 14.428, de los cuales solo 9.900 se destinaron al engrosar el fondo de reserva.
Como se ve, la Seguridad Social no solo produce más beneficios que los dos grandes bancos españoles, sino que el índice de beneficios por facturación realizada nos presenta unos resultados tan parejos que se puede afirmar que la profesionalidad, la rentabilidad y la eficacia empresarial de las 35 grandes empresas españolas y el Sistema de la Seguridad Social son equivalentes. Los primeros alcanzan un índice de rentabilidad conjunta del 12,87 % y el ente público de protección social llega hasta el 12,83 %.
El problema surge cuando el gobierno zetaperista afronta la crisis económica y financiera que su amado sistema ladrillero nos ha impuesto, y a aquellos que la han provocado, bancos usureros y ladrilleros enriquecidos, comienzan a inyectarles millonadas casi incalculables, cuyo paradójico efecto inmediato es el disparatado crecimiento del paro.
Aun así, el genoma capitalista de Zp insiste en medidas, no ya conservadoras, sino auténticamente retrogradas y antisociales, ya que sigue consintiendo en regalar dinero sin contraprestación alguna a aquellos que han provocado la crisis y que en agradecimiento a los regalos que de nuestros bolsillos salen, están correspondiendo con otra crisis más, la crisis social sobre la que ya están empezando a alertar los más avispados y amenazantes detentadores del poder establecido.
Pero no parece se vaya a quedar ahí el problema. Dado que Zp y sus mas derechistas vicarios han agotado todos los fondos del tesoro publico español y la capacidad de endeudamiento del estado español es prácticamente nula en un mercado internacional de la deuda que se halla saturado de ofertas provenientes de países serios y potentes económicamente hablando, los defensores del interés compuesto deberían contestarse a la siguiente pregunta ¿quien va a comprar deuda emitida por alguien, el estado español, a quien todos los gurús económicos auguran una larga, penosa y dependiente crisis y que cuenta solo con sorprendidos políticos que un día dicen que no hay crisis, que al siguiente dicen que la crisis es monumental pero que la banca es fuerte, y al de mas allá tienen que vender las joyas de la abuela para que no quiebren mas de setenta por ciento de las entidades bancarias españolas?. ¿Quien va a fiarse de quienes son incapaces de definir, una sola alternativa al derruido modelo de producción español?. Respuesta, nadie. Y si alguien se arriesgase, sería a cambio de unos intereses equivalentes al alto riesgo que el osado tomador asumiría.
Por ello, estos zapateristas, teniendo que salvar a más de un político metido a banquero en las muchas cajas de ahorros que por todo el territorio nacional han cooperado como nadie a que el ladrillo, ahora, se les caiga encima, están urdiendo como conseguir mas dinero para, raudos, trasvasarlo a los bolsillos de sus amiguetes. Y saben muy bien de donde sacarlo.
De este urdir han llegado a una práctica, que miren por donde, es contraria a lo que su nuevo referente, Obama, está practicando al menos de forma parcial, y contraria también a lo que dos de sus gurús, -momentáneamente alquilados, e inmediatamente rechazados por ¡rojos!-, Stigliz y Krugman, mantienen. Hoy mismo ambos premios Nobel de Economía se posicionan en contra de los planes de rescate de Obama por considerarlos continuistas de la era Bush. Stigliz dice que el plan es un robo para los contribuyentes americanos y Krugman afirma que lo peor es que de nuevo esas acciones, como las anteriores, no van a funcionar.
Paradójicamente, allí, en el paraíso del mercado libre, en los USA, los liberales del nuevo presidente yankee, de forma tímida pero parece que resuelta, aumentan la acción económica y protectora del estado, en sanidad e inversiones en infraestructuras, incrementan así el gasto público y ponen estrictas condiciones a algunos de los ayudados, intervienen empresas y bancos y como vimos en los últimos tiempos de Bush, hasta dejaron morir a algunos de los mas infectados actores financieros, bien es cierto, y así hay que reconocerlo, que como aquí, el grueso del gasto se está centrando en ayudas directas a quienes directamente han provocado la crisis.
Mientras, aquí, los llamados socialistas reducen el gasto público y se rinden de forma incondicional al más especulativo, asocial e insolidario capital trabucaire patrio, y coincidiendo, en esto sí, con su nuevo líder, ponen en manos de los incendiarios financieros la gasolina económica que solo paro está generando.
Allí, al plan de Obama le llaman el plan “cash for trash”, dinero a cambio de basura. Aquí, al no plan de Zp habríamos de llamarlo dinero a cambio de parados.
(Continuará)

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