martes, 28 de julio de 2009

ANIVERSARIO ENTRE EX-COMPAÑEROS

Unas horas antes de cumplir dos años como ex-militante del Psoe , ayer, y en la lamentable situación de asistir a las exequias de un antiguo compañero y trabajador del grupo municipal socialista de Madrid, otro antiguo compañero, -a quien no citaré a fin de que no se vea más perjudicado por las huestes zapateristas-, me halagó los oídos afirmando que cuando se habla de lo que dan algunos militantes al partido y lo que este les devuelve en desequilibrada reciprocidad, mas de una vez, me decía, citaba mi caso.
A bote pronto le contesté primero de manera informal, -ya será menos, como se notan los amigos, luego me pasas la factura por el halago-, para inmediatamente, cuando algunos otros que estaban en el corrillo asentían, afirmar que son, o mejor, eran escasos los militantes que esperaban recompensa a cambio del trabajo que al partido regalan gustosamente, ya que para esos, la mayor recompensa política es o era trabajar por los principios en los que creen, y que siempre entre ellos me incluía hasta mi salida del Psoe zapaterista.
No estoy de acuerdo con que deba existir equilibrio entre lo aportado a un partido, siempre de forma desinteresada, y lo que este pueda devolver a los militantes que así actúan. Cuando se cree en un determinado punto de vista ideológico y en sus inseparables valores éticos y sociales y se conceptúa la acción y participación política como un acto de entrega a los demás, la recompensa huelga.
Bien es cierto, como más de uno ayer me replicaba, que ese sentir y ese proceder es el que facilita la ocupación de las cúpulas de los partidos por los mas desalmados e interesados de sí mismos.
No relataré la nomina de nombres que, allí, unos y otros señalábamos como mercenarios de la política al servicio, aparente, del Psoe, pero en última instancia a su propio servicio. Decenas de nombres que, tras repasar los cargos públicos magníficamente retribuidos que ocupan y la identidad de la política que practican, me permitieron plantear la cuestión que sé que más molesta a los que aun siguen siendo militantes, ¿pues ya me diréis que es lo que estáis haciendo para impedirlo? Su respuesta fue el silencio y el cambio de conversación.
No hacen nada porque no pueden hacer nada mas allá de quejarse en los pequeños círculos que les merecen la confianza suficiente como para explayarse, ya que de hacerlo en sede oficial interna, -esas que dicen los estatutos que existen para ejercer la crítica interna-, sea aquella del nivel que sea, la “stasi” oficialista ejerce el rol asignado y elevada la información al “comité central” este determinará el automático exilio al gulag de los militantes inexistentes y la correspondiente “muerte” política de quien ose, no ya criticar, sino simplemente pensar.
Tengo la sensación que cada día son más los militantes conscientes de la deriva antidemocrática y derechista del zapaterismo. Tengo la certeza que cada vez son más los que aceptan que esta línea de actuación partidaria y gubernamental abocará al Psoe no solo al fracaso electoral, sino a su distanciamiento de los sectores sociales que aun le respaldan, y que esa situación se mantendrá mucho más tiempo del conveniente para los intereses de los que menos tienen, ya que teniendo como tiene, el actual “politburó”, totalmente empesebradas con los dineros públicos a todas las federaciones regionales del Psoe, será imposible que a medio plazo se regenere el tejido ideológico y por lo tanto procedimental del partido que dejó de ser socialista en su práctica y que ahora, diciendo ser progresista, insiste en seguir generando en España una situación social absolutamente regresiva.
También insistieron mis contertulios en aferrase a la esperanza de que con la derrota llegarán, tarde o temprano, los brotes rojos al Psoe.
Olvidan a Don Alonso Quijano cuando dijo aquello de..…...”cuan largo me lo fiais, amigo Sancho”

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