Como para los zapateristas, para los progresistas, para los del nuevo socialismo y para los de las vías muertas de la socialdemocracia, cualquier argumento que se soporte en la igualdad, en la libertad, en la solidaridad o en la justicia lo consideran música celestial, tan inútil como paleozoica en el actual negocio de la política, se me ha ocurrido que quizás entiendan que és un atraco lo que están cometiendo si se les argumenta desde la “lógica” de los que tienen como objetivo fundamental en esta vida el llenarse los bolsillos a costa de los demás.
No recuerdo quien decía que han de correr malos tiempos cuando se haga necesario resaltar lo evidente, y como es evidente que estamos en malos tiempos, toca evidenciar lo obvio. Veamos.
Nadie cuestionará que reducida a la marginalidad la economía de trueque y dominante la de intercambio monetario, a todo bien recibido por el comprador le ha de corresponder un pago dinerario determinado, en aplicación, dicen, de la ley de la oferta y la demanda. Así si uno compra un pantalón, el pan, un periódico o incluso el mas lujoso mega-yate ha de proceder en la forma que previamente se haya determinado a pagar el precio establecido. Sin entrar en cuestiones sobre las diferencias entre valor y precio, términos que confunden los necios, queda así establecida la primera evidencia por nadie discutida.
Otro ejemplo tan evidentemente conocido como el anterior es el sabido mecanismo por el cual cuando una empresa necesita financiación externa acude a prestamistas o al mercado de capitales, emitiendo documentos que representan porciones del valor de esa empresa, las acciones, documentos que a sus compradores los reconocen como propietarios en la parte proporcional que hayan comprado de esa empresa. Evidencia numero dos del día a día de la economía capitalista más elemental.
Ni que decir tiene que las dos obviedades anteriores se refieren a operaciones económicas y/o comerciales efectuadas con dineros privados, el de cada uno de nosotros, independientemente de cómo lo hayamos conseguido. Pero hay otras operaciones económicas que se realizan con el dinero publico, y se ha de reparar, para empezar, que no existe el dinero publico especifico y diferenciado del privado, ya que todo el dinero que opera en poder de las administraciones publicas ha procedido de los bolsillos de los ciudadanos que por diversas vías fiscales lo aportamos y que con posterioridad parte de esos dineros pueden crecer generando más dineros públicos por la realización de operaciones financieras.
Innecesario es demostrar lo que todos los dias todos practicamos, que cuando recibimos una “pistola” de pan, en ese momento hemos de abonar al panadero el precio establecido, o de lo contrario, nos quedamos sin pan o nos metemos en un estúpido lío por no pagar. Pues con el dinero publico no ocurre lo mismo.
Con el dinero publico, ese que habría que respetar más por ser de todos, ese dinero se está regalando a cambio de nada, o lo que pudiera ser peor, a cambio de contraprestaciones ocultas.
De forma tan cuantiosa como desvergonzada se está regalando dinero a entidades financieras sin que estas cumplan las supuestas condiciones pactadas para obtener tan desmedidos regalos que por supuesto pagamos todos los contribuyentes.
Se está dando en esta España nuestra uno de los mayores atracos a la hacienda publica, no ya con el consentimiento de quienes debieran guardarla, sino a iniciativa de los que debieran cuidarla y protegerla de los cacos bancarios.
De forma absolutamente contradictoria a la practica que la economía capitalista común impone todos los días a todos los ciudadanos, el dinero publico al ser puesto en el bolsillo de los mas nefastos gestores de nuestros ahorros, los políticos metidos a banqueros, no obtiene la contraprestación lógica que obtendría en caso de ser dinero privado. Ni tan siquiera los aparentes malversadores del dinero publico establecen cautelas y condiciones a tales desembolsos, como en otros países han hecho al aportar capital a empresas y bancos en dificultades.
Aquí se han limitado a ir habilitando diferentes formas de llenarles sus muy repletas arcas tratando solo de desatascar las tuberías de la financiación que ellos mismos obstruyeron con ladrillo especulador, pero sin poner mas condición o cautela que unos ridículos intereses a solo parte de los dineros que en cómodos plazos han de devolver.
Así, se está produciendo una situación que si no fuese tan desvergonzada e increíble ya habría provocado reacciones populares airadas. Está dándose la paradoja que aquellos que están recibiendo el dinero publico, ese que es nuestro, no suyo, ese dinero que les va a salvar su chamuscado culo gestor, pues esos mismos incompetentes políticos metidos a banqueros están denunciando el creciente déficit publico, pero culpando de tal desequilibrio al incremento del gasto en prestaciones por desempleo también por ellos generado y ocultando que son los dineros receptados los auténticos generadores del desbocado crecimiento del déficit publico puesto que saben que en el peor de los casos, si el paro llegase al 20% a final de año, el gasto en protección y subsidios alcanzará los 30 o 35 mil millones de euros, mientras que ellos ya han recibido mas de ciento treinta mil millones y se les están preparando noventa mil mas.
Así las cosas, se demuestran dos de ellas. Una, que la lógica del capital y sus normas no son de aplicación a los dineros públicos en España, lo cual, los zapaterianos, progresistas o no, de tercera o cuarta vía, tendrían que justificarnos el por qué y sus “por qués” de tan curiosa anomalía. Y dos, que no tengo remedio, que intentar razonar con los mas corruptos mentales de la historia política y económica española es de urgencia siquiátrica, así que me voy al loquero.
No recuerdo quien decía que han de correr malos tiempos cuando se haga necesario resaltar lo evidente, y como es evidente que estamos en malos tiempos, toca evidenciar lo obvio. Veamos.
Nadie cuestionará que reducida a la marginalidad la economía de trueque y dominante la de intercambio monetario, a todo bien recibido por el comprador le ha de corresponder un pago dinerario determinado, en aplicación, dicen, de la ley de la oferta y la demanda. Así si uno compra un pantalón, el pan, un periódico o incluso el mas lujoso mega-yate ha de proceder en la forma que previamente se haya determinado a pagar el precio establecido. Sin entrar en cuestiones sobre las diferencias entre valor y precio, términos que confunden los necios, queda así establecida la primera evidencia por nadie discutida.
Otro ejemplo tan evidentemente conocido como el anterior es el sabido mecanismo por el cual cuando una empresa necesita financiación externa acude a prestamistas o al mercado de capitales, emitiendo documentos que representan porciones del valor de esa empresa, las acciones, documentos que a sus compradores los reconocen como propietarios en la parte proporcional que hayan comprado de esa empresa. Evidencia numero dos del día a día de la economía capitalista más elemental.
Ni que decir tiene que las dos obviedades anteriores se refieren a operaciones económicas y/o comerciales efectuadas con dineros privados, el de cada uno de nosotros, independientemente de cómo lo hayamos conseguido. Pero hay otras operaciones económicas que se realizan con el dinero publico, y se ha de reparar, para empezar, que no existe el dinero publico especifico y diferenciado del privado, ya que todo el dinero que opera en poder de las administraciones publicas ha procedido de los bolsillos de los ciudadanos que por diversas vías fiscales lo aportamos y que con posterioridad parte de esos dineros pueden crecer generando más dineros públicos por la realización de operaciones financieras.
Innecesario es demostrar lo que todos los dias todos practicamos, que cuando recibimos una “pistola” de pan, en ese momento hemos de abonar al panadero el precio establecido, o de lo contrario, nos quedamos sin pan o nos metemos en un estúpido lío por no pagar. Pues con el dinero publico no ocurre lo mismo.
Con el dinero publico, ese que habría que respetar más por ser de todos, ese dinero se está regalando a cambio de nada, o lo que pudiera ser peor, a cambio de contraprestaciones ocultas.
De forma tan cuantiosa como desvergonzada se está regalando dinero a entidades financieras sin que estas cumplan las supuestas condiciones pactadas para obtener tan desmedidos regalos que por supuesto pagamos todos los contribuyentes.
Se está dando en esta España nuestra uno de los mayores atracos a la hacienda publica, no ya con el consentimiento de quienes debieran guardarla, sino a iniciativa de los que debieran cuidarla y protegerla de los cacos bancarios.
De forma absolutamente contradictoria a la practica que la economía capitalista común impone todos los días a todos los ciudadanos, el dinero publico al ser puesto en el bolsillo de los mas nefastos gestores de nuestros ahorros, los políticos metidos a banqueros, no obtiene la contraprestación lógica que obtendría en caso de ser dinero privado. Ni tan siquiera los aparentes malversadores del dinero publico establecen cautelas y condiciones a tales desembolsos, como en otros países han hecho al aportar capital a empresas y bancos en dificultades.
Aquí se han limitado a ir habilitando diferentes formas de llenarles sus muy repletas arcas tratando solo de desatascar las tuberías de la financiación que ellos mismos obstruyeron con ladrillo especulador, pero sin poner mas condición o cautela que unos ridículos intereses a solo parte de los dineros que en cómodos plazos han de devolver.
Así, se está produciendo una situación que si no fuese tan desvergonzada e increíble ya habría provocado reacciones populares airadas. Está dándose la paradoja que aquellos que están recibiendo el dinero publico, ese que es nuestro, no suyo, ese dinero que les va a salvar su chamuscado culo gestor, pues esos mismos incompetentes políticos metidos a banqueros están denunciando el creciente déficit publico, pero culpando de tal desequilibrio al incremento del gasto en prestaciones por desempleo también por ellos generado y ocultando que son los dineros receptados los auténticos generadores del desbocado crecimiento del déficit publico puesto que saben que en el peor de los casos, si el paro llegase al 20% a final de año, el gasto en protección y subsidios alcanzará los 30 o 35 mil millones de euros, mientras que ellos ya han recibido mas de ciento treinta mil millones y se les están preparando noventa mil mas.
Así las cosas, se demuestran dos de ellas. Una, que la lógica del capital y sus normas no son de aplicación a los dineros públicos en España, lo cual, los zapaterianos, progresistas o no, de tercera o cuarta vía, tendrían que justificarnos el por qué y sus “por qués” de tan curiosa anomalía. Y dos, que no tengo remedio, que intentar razonar con los mas corruptos mentales de la historia política y económica española es de urgencia siquiátrica, así que me voy al loquero.
Pero antes un consejo para los que piensen que hay que hacer algo, entren en http://www.refundacionsocialdemocrata.blogspot.com/ y aporten sus ideas, comentarios o sugerencias. Gracias.
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