Una de las mas conocidas técnicas que en el mundo de las empresas y las finanzas se usa para el rápido enriquecimiento, es olfatear empresas que, independientemente de su actividad, tengan en común un factor determinante, tener problemas económicos y/o financieros, sean estos causados por motivos de funcionamiento interno o del mercado en el que se muevan.
Estas empresas han sido siempre apetitosos bocados para los tiburones financieros que ante esas dificultades las compraban a bajo precio con la exclusiva intención de desmembrarlas, seccionar y vender por separado las distintas áreas de actividad que tuvieran, obteniendo por ello precios de venta mejores que por la venta global, y facilitando que, por la legislación laxa que a este respecto tenemos, los daños "colaterales" que respecto al empleo se dan, fuesen asumidos por el conjunto de los ciudadanos que pagamos impuestos, ya que ese coste social, de ninguna manera se repercute a quienes de esta forma se enriquecen.
Para que tan rentable actividad prospere tan solo es necesario que el tiburón de turno tenga previamente establecidos, contactados y asegurados a los clientes que se repartirán, previo pago, las más atractivas secciones de la empresa descuartizada, lo cual demuestra que los compradores lo único que harán es integrar en unidades de producción distintas lo que en otro conjunto funcionaba unitariamente peor.
Si alguien se estaba preguntando a que viene lo anterior, que sepa que no ha de esperar a mas para descubrir, si antes no lo ha hecho, que he traído a colación el anterior rollo porque estoy convencido de que eso es lo que se le avecina, lenta y discretamente, al conjunto del sistema de protección social español.
Empezábamos a tener un sistema de protección social del cual podíamos estar medianamente satisfechos, no para tirar cohetes, pero si para aceptar que los impuestos nos eran parcialmente devueltos en forma de servicios sociales y de protección universal. Pero por esta precisa razón la insaciable ambición de los negociantes españoles, y uso este termino a fin de mostrar mi respeto a los que son verdaderamente empresarios, los que tienen ideas y arriesgan trabajo y capital, aquellos, al ver que ese sistema de protección tenia beneficios, -la mayor parte del superávit de las cuentas publicas-, se han venido lanzando, bien que solo mediaticamente por el momento, sobre tan apetecible pastel económico.
Hasta ahora no lo habían logrado ya que sus intentos han sido burdos y no han sabido o querido, que tanto da, comprar las voluntades necesarias para este su fin, pero estos patriotas negociantes deben estar en estos momentos frotandose las manos, ya que de la noche a la mañana se han encontrado con que les van a facilitar la labor desde este nuevo gobierno zetaperista.
Este gobierno, por su nueva estructura, va a seccionar, va a dividir, va a desagregar todas y cada unas de las partes que configuran el sistema de protección social español, y así, en vez de actuar como es lógico en cualquiera empresa, aglutinando lo homogeneo y coherente para poder aplicar una política con dirección y objetivos claros, optan por dispersar las competencias entre varios ministerios y así, cuando se empiecen a producir las primeras disfuncionalidades, contradicciones y celos ministeriales que toda falta de coherencia en las directrices políticas y de gestión llevan consigo, en ese momento, desde la misma sala del consejo de ministros se lanzarán mensajes que justificarán la necesidad de privatizar servicios concretos del sistema de protección social, eso si, solo los rentables. Faltaría mas.
Es por lo anterior que el primer movimiento de desmembración está hecho, y si alguien echa en falta los dos restantes, solo habrá de preguntarse, ¿hay alguien en el gobierno que profesionalmente ya haya practicado tal actividad?. Si la respuesta fuese afirmativa, indague el lector en su memoria si ese mismo ministro-tiburón, pudiera tener ya o no los contactos oportunos para que le "compren" la pechuga y los muslos, las piezas mas apetecibles del saludable y rollizo pollo de corral que es el sistema de protección social español desde el punto de vista de la rentabilidad economica, la otra, la rentabilidad social les importa un bledo.
Tan solo quedaría por establecer el precio y las comisiones; el primero como es lógico lo pone el mercado (póngase el nombre del banquero o ladrillero que cada cual desee) y las comisiones, las acostumbradas. Y llegados a este punto entiendo que no es necesario señalar cuantos y quienes serán los comisionistas, ya que cualquier avezado seguidor de la política económica y sindical española lo sabe perfectamente.
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