lunes, 9 de junio de 2008

CAYENDONOS

Poco importa donde y cuando empezó la deriva hacia el desastre al que gozosos parecen encaminarse todos los dirigentes que el capitalismo tiene en este mundo traidor. Poco importa, por mucho que los más sesudos perdedores de tiempo se afanen en establecer las causas de las causas y los orígenes de los orígenes a fin de conseguir que tal divagación les dé para más de quinientas páginas y por ello en torno a los cien mil euros de sesudo best seller.
Ante la muerte, ante el hambre, ante la explotación, ante el expolio, ante la esclavitud de los que en el sur sobreviven y ante el retroceso generalizado de las condiciones de vida de los que en el norte vivimos, poco importa si fue antes el huevo o la gallina de estas crisis
Pero si en la historia del hombre, en la historia del mundo, de la naturaleza e incluso de las estrellas, nada es instantáneo, puntual, explosivo o inesperado, en el devenir reciente de los hechos que parecen llevar a la humanidad unos pasos más cerca de otro desastre, tampoco los hechos se desarrollan de forma subrepticia.
Hace ya años que el justo, necesario y conveniente desarrollo de países que llevaban y aun llevarán años en la miseria antes de conseguir niveles de equilibrio social equiparables a los más equilibrados países europeos, hace ya años, que todos sabemos que esos desarrollos, fundamentalmente de China, la India y Rusia, harían, antes o después, que las producciones, los consumos, las demandas y las ofertas del hasta no hace tanto equilibrado, que no justo, comercio mundial se resentiera, y desde las materias primas minerales a las alimenticias habrían de sufrir rupturas de precios por aumento de la demanda que premeditadamente han favorecido quienes controlan la producción y restringen la oferta.
A lo anterior hay que sumar el también sostenido crecimiento de las economías occidentales basado en reales operaciones financieras al servicio de artificiales mercados inmobiliarios, en los que créditos de alto riesgo han acabado por generar una situación absurda. Una situación por la cual quienes hace solo días se prestaban entre sí dinero sin indagar sobre la solvencia de las garantías reales aportadas, hoy, en revuelta mental tan estúpida como interesada, no se fían unos de otros y restringen el crédito, cerrando la puerta a la generación de nuevas apuestas de desarrollo y con ello condenando al paro a los antiguos empleados por la burbuja inmobiliaria.
Así, sumando factores aparentemente inconexos tenemos a las economías occidentales con niveles de inversión y crédito bajos, si no ínfimos, pero que están situados en esos niveles por la voluntad de los que controlan el sistema financiero mundial, que nadie se equivoque, esto no es casual, conjugandose lo anterior con el encarecimiento de las materias primas, que como antes decía, están controladas, también, por el poder del capital occidental, factores ambos que responden a una estudiada estrategia por la cual consiguen poner de nuevo en la senda alcista al dinero y a las materias primas, ya que han decidido no incrementar, pudiendo, la producción y por lo tanto la oferta.
De nuevo mantengo que no es importante establecer la causa primigenia de la situación actual, y en todo caso más habría que indagar en las genéricas del ADN del propio sistema, ya que si sistemática y periódicamente entra en crisis, buen favor se nos haría si se reformase o sustituyese por otro menos chapucero y cruel.
Por ello si de las causas pasamos a los efectos y de estos a los efectos de los efectos, nos encontraremos que en el plano político mientras se adobaban las condiciones de la gran burbuja financiera internacional, los posibles adversarios del sistema, que periódicamente necesita entrar en crisis para sobrevivir, inoculados voluntariamente, aquellos, por un virus nada electrónico sino absolutamente clásico, y este no es otro que es el conjunto de las más antiguas taras humanas, la comodidad que junto al egoísmo y la avaricia, han hecho, que la más solidaria de las concepciones que el pensamiento humano haya dado en su historia, el socialismo humanista, haya caducado oficialmente y los herederos de esa tradición histórica hayan traicionado las esencias, no ya de un partido o conjunto de partidos, han traicionado una forma de entender y de vivir la vida y la correspondiente forma de relacionarse con todo el entorno, el humano y el natural.
Los mas afamados popes del pensamiento están certificando la muerte no ya del socialismo sino de la más pragmática socialdemocracia, todos están certificando que la única posibilidad ante la realidad que el capitalismo, de nuevo, impone, es adaptarse al liberalismo, al individualismo, y todos los recien llegados a esta nueva religión, a esta nueva via liberaloide, establecen formulas para que tal adaptación sea posible y sea aceptada por aquellos a los que quieren agradar para que les acepten en la nueva relación de fuerzas impuesta.
Todos los afamados popes pensantes y los rastreros popes gobernantes dejan de lado la razón última que ha movido a la humanidad en las mejores de sus etapas, la ambición de mejorar la forma de vida de los demás. Ya nadie quiere transformar, solo adaptar, y cuando tal sucede y como siempre que tal ha sucedido, puesto que esa adaptación supone miseria, dolor, hambre, muerte e injusticia, se está caminando hacia la tragedia colectiva.
Y esa tragedia colectiva se dé en Senegal, en Etiopía o en Móstoles es y debe ser una tragedia propia.

No hay comentarios: