jueves, 12 de junio de 2008

GANAS DE QUERER LIARNOS

En más de una ocasión, aquí, y lo que es más importante, en muchos otros sitios, la gente que nos sentimos de izquierda demostramos nuestra mayor debilidad. Que cuestionamos hasta nuestras propias actitudes, y aunque si bien no de forma permanente, si en multitud de ocasiones, haciendo del ejercicio intelectual de dudar hasta de nosotros mismos una formula por la cual el avance de las ideas y de las convicciones es algo activo, diariamente consolidado y contrastado con otras actitudes que, sin ánimo de descalificar, van por la vida tan seguros de todo como distantes del pensamiento, y a todos imponiéndonos esa seguridad que su vacío mental les regala.
Es la de hoy una ocasión para plantearse con quien se ha de estar y con quienes no. Y para esto hay que partir del rechazo a la violencia, a toda violencia, como método de imposición de una voluntad por mayoritaria o justa que pueda ser, pero que, normalmente, cuando alguien recurre a la violencia es que su causa ni es mayoritaria, ni mucho menos es justa.
Hoy se han dado detalles que revelan quien es quien y con quien, entiendo, que hay que estar.
Cuando en la prensa solo se reflejan en portada instantáneas de los desmanes de los piquetes y no así los desmanes que por el otro lado se han producido, las cargas desmesuradas de la policía, cuando ambas partes dicen contar con la razón de sus argumentos, los de la miseria unos y los del poder del estado, otros, demuestran ambos que ni una ni otra violencia es solución duradera para nada. Lo curioso es que para esa prensa, la que lógicamente está instalada en las mieles del sistema, no exíste la sangre derramada por la fuerza del más fuerte. Revelador.
Por si hubiese más dudas, que pudiera ser, hay cosas que no cuadran. ¿A que se deberá que aquellos que no están en conflicto, los poderosos de la carretera, son los que llegan a acuerdos con los dueños de los impuestos sin previamente haber manifestado sus dificultades, mientras que los que están en la protesta, en la huelga, no aceptan que les rebajen el IAE, ya que este solo es aplicable a aquellos que facturen mas de un millón de euros al año?
¿Qué razones puede haber, mas allá del inmovilismo de ese liberalismo de embudo, por el cual el transporte no puede tener unas tarifas mínimas y por el contrario el gas, la electricidad y hasta los talleres de vehículos nos facturan por unidades consumidas sean metros cúbicos, kilovatios u horas trabajadas?
¿Cómo es que si los huelguistas solo son el veinte por ciento de los transportistas de este país, han logrado con su actuación y en solo tres días desabastecer a los mercados? No cabe mayor efectividad.
Y finalmente, ha dicho Zp que habrá tolerancia cero con las actuaciones coactivas de los huelguistas, al tiempo que el patrono de los patronos, el presidente de la CEOE, el amo de Marsans, -la antigua agencia de viajes pública, privatizada bajo las ya legendarias formulas de privatización española, regalito total-, el señorito Díaz Ferrán ha reclamado mas mano dura para con los huelguistas.
Si tal sucede, si la fuerza abusiva del estado se pone al servicio de unos supuestos derechos que difícilmente pueden haber sido lesionados en la cuantía que dicen haberlo sido, si esa misma fuerza de quienes detentan el poder del estado compra voluntades a fin de descalificar a los que no aceptan soluciones que para nada les solucionan los problemas, si como colofón, el dinero y el poder político nos ofrecen una instantánea de su coincidencia en intereses y en procedimientos, han de desaparecer las dudas que, originadas por sucesos tan puntuales como lamentables, puedan habernos hecho dudar de que, para los que nos sentimos de izquierdas, nuestro sitio está al lado de los camioneros, autónomos o dependientes y de los pescadores, tanto por lo anterior como por saber que en otros países con la misma problemática la primera medida que se ha adoptado ha sido rebajar los impuestos que gravan al gasóleo, pero aquí no, ya que con los regalitos electorales, -antes se hubiese llamado comprar el voto por cuatrocientos euros-, las arcas públicas, para los trabajadores, que no para los amos, están tan vacías como el bolsillo de los camioneros y pescadores.

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