viernes, 6 de junio de 2008

EN RUMBO DE COLISION

Mientras por estos lares se dan cosas tan esperpénticas como lo de la ministra de la vivienda, que abdica de su supuesta alta dignidad para caer en simple representante comercial de los ladrilleros, siendo la penúltima en incorporarse a tal empresa tras Pedro Castro presidente de la FEMP, -“hay que poner el suelo al servicio del mercado”-, que a su vez siguió el camino de Pedro Pérez presidente del G-14 y del Taguas en Seopan. Mientras tales miserias ayudan a arruinar la Historia del Psoe, el resto de los colegas de la Corredor se ufanan de haber conseguido que la UE repita el histórico error de condescender con el capitalismo fascista.
No otra cosa se ha hecho en el tema de la inmigración. Así como antaño se cedió a las ansias anexionistas de Hitler sin que tal cobardía impidiese lo que más tarde fue la II guerra mundial, hoy se ponen las bases para un desorden quizás mucho más intenso.
No solo se está condenando y criminalizando, por este orden, a los desgraciados que su única esperanza de vida, de supervivencia, es llegar a cualquiera de estos países en los que los excesos son tantos cuantas carencias ellos sufren, sino que por añadidura, en reunión de la FAO en Roma se determina que de ayudas a los que se mueren de hambre, lo de siempre, miserias, propinas, y solo para que puedan ir tirando los tiranos que se adueñan de la ayuda internacional.
Ni Europa, ni USA están dispuestos a dejar que la libre competencia, -sacrosanta palabra cuando de defender sus intereses se trata-, sea aplicada a las suvbencionadas producciones agrícolas de sus nacionales, ni menos aun están, estamos, dispuestos a que los recursos naturales que casi robamos a los países del tercer mundo puedan sernos cobrados a los precios que un mercado libre establecería, aplicandoles de nuevo y como siempre la ley del embudo a quienes no tienen más fuerza que sus manos, y que para no morirse de hambre osan, a decir de los fascistas, invadirnos.
Dice la ONU que cada tres segundos muere de hambre un niño en el tercer mundo, que son veinte al minuto, 1200 a la hora o 28800 al día, y este dato, perdón, este hecho, a nadie escandaliza, a nadie subleva, a nadie hace rebelarse contra los que protegen a sus obesos y hasta bulímicos ciudadanos a costa de condenar a la muerte a millones de semejantes.
Y es que el sistema da prevalencia a lo más ofensivo que, a mi entender, se está haciendo en estos momentos. Mientras millones mueren de hambre y otros por no hacerlo migran aun a riesgo de ser encarcelados, mientras tal sucede, millones de toneladas de alimentos son destinadas a fabricar combustibles menos contaminantes para los vehículos, por lo que es evidente que nos es más importante, no ya el medio ambiente, sino la falsa apariencia ecologista que la mínima solidaridad que como miembros de una misma especie debiéramos practicar entre todos nosotros.
Es un autentico sarcasmo que el ministrillo Sebastián vaya a dedicar 1500 millones de euros como ayudas para activar el mercado del automóvil en España, a la vez que ZP ha puesto encima de la mesa de Roma quinientos millones para paliar el hambre en el mundo. Esa es la medida exacta de la sensibilidad zetaperil. El coche es para él, para ellos, tres veces más importante que la muerte por hambre en el mundo.
Al tiempo, la inicial oposición a la directiva sobre inmigración en Europa, se ha transformado en beneplácito para con el nuevo duce italiano, solo algunos de los eurodiputados socialistas, excluidos los españoles, puede que se opongan a que la oficialización de la xenofobia fascista por motivos económicos se acabe imponiendo, como antaño se impuso el anschluss hitleriano, repitiendo así la historia que al poco se dio en Munich. Los Hitler, Mussolini, Chamberlain y Daladier de hoy, de nuevo traicionan los principios éticos que han de identificar a quienes se llaman demócratas a cambio de migajas que a no mucho tardar les cobrarán con creces. Me temo que para esta Europa de hoy, los nuevos judios son de piel oscura.
También por aquí el virus de la mal llamada seguridad nacional está devastando los cimientos culturales, éticos e incluso morales del sistema. Cuando la democracia se atrinchera o levanta muros, es que ha perdido la batalla de la legitimidad.

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