miércoles, 27 de mayo de 2009

EL ESTADO DE LAS PENSIONES (II)

Como se ha podido comprobar por el simple desarrollo de los componentes de la fórmula de cálculo de las pensiones de jubilación, nada hay en ella que soporte la repetida afirmación de que estamos ante un sistema de reparto, y menos aun que tal sistema sea un sistema solidario, ya que estando cómo está diseñado el cálculo y cómo establecidas las cotizaciones, ni un solo euro de los que más cotizan va destinado a engrosar las pensiones de los que menos hayan cotizado.
Toda la concepción del andamiaje económico de la Seguridad Social, tras un largo devenir más o menos palpable, se ha basado en que las cotizaciones sociales se destinaran a pagar las pensiones, faltaría más, pero con dos condiciones que se han venido manteniendo en el tiempo fuese quien fuese el gestor y su color político.
La primera de esas dos condiciones es y ha venido siendo, que el sistema fuese económicamente autosuficiente, o dicho de la forma en que ellos nunca lo dirán, que las arcas públicas no hayan tenido que poner ni un solo euro proveniente de impuestos para pagar una sola pensión contributiva. Bajo el supuesto orgullo de no necesitar las pensiones públicas de la ayuda del tesoro público y bajo la supuesta conveniencia de diferenciar las fuentes de financiación de las diversas pensiones se ha venido ocultando la determinación económica y financiera de los poderosos del dinero y de sus herramientas de mano, los políticos, de no consentir que de la fuente de financiación principal del Estado, los impuestos, sean directos o indirectos, se “distraiga” un solo euro para gasto en previsión social, con solo dos antiguas, y ya ineludibles excepciones practicadas desde los mejores tiempos de Felipe González, las pensiones no contributivas y los complementos a mínimos, que aunque su pago lo realiza la Seguridad Social, el Estado, la hacienda publica le reintegra, bien que tarde y sin intereses, las cuantías por estos conceptos adelantadas.
La segunda condición ha consistido en establecer una dinámica, continuada en el tiempo y creciente en la intensidad, por la cual contando con el poder de los medios de “persuasión” públicos y privados, sostener un ataque al sistema a fin de, en primer lugar, ir disminuyendo paulatinamente la cuantía de las pensiones, inducir a que parte del ahorro de los trabajadores mejor retribuidos se derive a fondos de pensiones, -que no son tales-, comercializados por bancos y aseguradoras, y obtener en épocas de grandes superávits económicos del sistema unas disponibilidades económicas que sustraídas al sistema les han servido para financiar “actuaciones económicas discrecionales” ajenas al terreno de la protección y gasto social.
En el primero de los dos gráficos adjuntos, elaborados con datos oficiales del INSS y de la Tesorería General de la Seguridad Social se puede comprobar cómo ha ido creciendo la distancia existente entre la base máxima anual de cotización al Régimen General y la pensión de jubilación máxima de la S. Social, lo cual demuestra la intencionalidad recaudatoria y premeditadamente excedentaria de tal proceder.
El segundo grafico muestra la evolución de los sucesivos superávits de las cuentas anuales de la Seguridad Social y como se han repartido dichas cantidades. De nuevo queda meridianamente claro que más de un tercio de los superávits habidos en el sistema han sido extraídos de él y que se han destinado a otros menesteres nada relacionados con la protección social.
En los últimos nueve años los gobiernos, los sindicatos y la patronal han dispuesto, mediante su acuerdo en el llamado Pacto de Toledo, de más de 26.000 millones de euros que no solo no se han integrado en el Fondo de Reserva de la Seguridad Social sino que a falta de datos oficiales, -el obscurantismo en este punto es total-, hay que temerse lo peor, que hayan sido transferidos a los más necesitados de los ladrilleros y banqueros en apuros, tras el cobro, -nadie da besos de balde-, de las correspondientes comisiones.
Aun así, tras soportar el aparente latrocinio de parte de los superávits del sistema, tras ver como los autodenominados progresistas mantienen orgullosamente pensiones públicas contributivas para cientos de miles de ciudadanos españoles por menos de 400 euros al mes sin que se les caiga la cara de vergüenza y sin la mas mínima intención de reparar tal injusticia, aun así, en la más cruda crisis de afiliación y de ingresos, como los gastos siguen siendo muy inferiores a los ingresos, el sistema presenta superávit.
Tanta es la fortaleza, que mirando por nosotros quieren “fortalecerlo” más, y lo van a hacer, si nadie se lo impide, debilitando pensiones y pensionistas, pretenden que el gasto siga disminuyendo, y para ello van a utilizar dos mecanismos, uno, bajar las pensiones de los nuevos pensionistas, y dos, persuadir al personal para que se jubile más tarde poniéndoles el cebo de incrementar la pensión que les corresponda un 2% por cada año de retraso a partir de los 65, lo cual es un negocio ruinoso para quien tal timo acepte, y no solo por la cuantía que realmente se pierde, sino que el timo lleva aparejada la insolidaridad intergeneracional de seguir ocupando un puesto de trabajo que biológicamente debería pasar a un joven.
Así, los superávits seguirán produciéndose, -2009 cerrará con un superávit cercano a los seis mil millones de euros- y parte de estos dineros detraídos a los trabajadores seguirán financiándoles su insaciable avaricia, su inacabable afán de apropiación de lo ajeno, pues no se ha de olvidar que desde el punto de vista de la legalidad internacional no solo las cuotas que aportan de sus salarios directos los trabajadores van a la Seguridad Social, también las llamadas cuotas patronales están conceptuadas como salario indirecto de los trabajadores en activo y por lo tanto la propiedad social, colectiva, ha de ser imputada a los mismos, por lo que son los trabajadores, no el sistema quienes son expoliados con ese proceder.
No deja de ser curioso, pero nada casual, que cuando la suma de las cuotas patronal y obrera a la Seguridad Social alcanzan casi un tercio del salario bruto de los trabajadores, sea un tercio del total de los superávits lo que han estado enajenando del sistema y este se pierda en impresentables vericuetos económicos-financieros-gubernativos-sindicales-ladrilleros..
Y encima se atreven a hablarnos de reparto y solidaridad. Aunque bien pensado, en lo de la solidaridad nos engañan, pero en lo del reparto…..ni “miejita”, que el que parte y reparte……ya se sabe.
(Continuará)

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