Hace ya unas semanas leí que desde el gobierno zetaperista se iban a ocupar de los chiringuitos, y metidos como estamos en eso de la crisis financiera mas grande del mundo mundial, un servidor pensó que el gobierno se iba a ocupar de los chiringuitos financieros que en este país, tan ricamente, proliferaron al calor del ladrillo y de los que alguno de ellos está magníficamente representado en el Consejo de Ministros. Y no. De lo que se iba a ocupar el gobierno, en su afán de pisar todos los callos de todos los españoles, es de atender a la “unánime demanda social” que así se lo reclama todos los días, resolver la problemática que al medio ambiente le plantean los chiringuitos playeros.
De todos es sabido que los chiringuitos playeros son fuente de contaminación medioambiental de dificilísima reparación, ya que excluyendo las naturales deposiciones que los comensales de los chiringuitos realizan en sus hoteles y apartamentos, la dispersión que los chiringuiteros efectúan de raspas de boquerones, escamas de melvas, cartílagos de calamar, conchas de coquinas y otros bivalvos, así como de los restos de aceites de esas fritangas, provocan que, año tras año, las playas, sobre todo las de Andalucía, se degraden en forma inaceptable.
De hecho, en el ministerio de la cosa medioambiental y no se cuantas cosas más, como irrebatible prueba de sus argumentos, tienen recentísimas fotos de playas andaluzas, como son las de Muxía, Carnota, Fisterra, Laxe y Camariñas, afeadas por la contaminación del chapapote chiringuitero de noviembre de 2002, es más, no se extrañen si en poco tiempo, cuando empiece la temporada de verano, aparece por la prensa del “movimiento” algún informe científico alertando sobre la toxicidad radiactiva, química y biológica que el tinto de verano de los chiringuitos contiene.
Para los preclaros ecologistas del zapaterismo no basta con el gasto que los ayuntamientos costeros afrontan limpiando diariamente playas y recogiendo basuras clasificadas por su naturaleza para su posterior tratamiento, consiguiendo así infinidad de banderas azules de la U.E., no basta con que quienes hoy quieren derruir esas instalaciones playeras se raspen el parentesco a la hora de mantener el equilibrio medioambiental no solo en las playas sino en lo que es mas importante, en el saqueado litoral español totalmente enladrillado, ahí está el informe Auken, y no basta porque al imbécil que se le ha ocurrido tal insensatez, quizás, solo persiga el tapar la dejación intencionada, la prevaricación, que ha supuesto y está suponiendo el mirar a otro lado si del Hotel “El Algarrobico” o de Villa PSOE, o de tantos otros casos de ladrillismo costero corruptor se trata.
Del mismo modo, estos eco-zapateristas nada tienen que decir respecto a cuatro de las centrales térmicas mas contaminantes del mundo, todas próximas a las costas, que en suelo patrio operan con todos los parabienes oficiales; pero es que casualmente son propiedad de los amigos del Sebastián.
Como en tantas otras ocasiones la acción de estos zapateristas solo está guiada, bien por intereses concretos que benefician a los que tales determinaciones toman, bien para favorecer intereses de alguien de su cuerda, que a la postre pudieran acabar repercutiéndoles a ellos mismos en el inmediato futuro.
Y este caso de los chiringuitos es claro y determinante de su corrupción. Ni los chiringuitos contaminan, ni rompen equilibrio paisajístico alguno, lo que hacen los chiringuitos es mermar de unos ingresos considerables a los establecimientos convencionales, sean hoteles, bares y restaurantes, que miren por donde, cuentan con asociaciones patronales con peso en las decisiones, siempre interesadas, de la administración (in)competente en esta materia. Les importa un bledo el empleo que generan, el gasto que de visitantes extranjeros provocan, los ingresos que por impuestos y tasas originan a las diversas administraciones, y mucho menos aún les importa la aceptación ciudadana y la satisfacción que en autóctonos y foráneos su oportunidad espacial y de servicios, estos locales, a todos prestan.
Y no es nada casual que ahora, en plena crisis, cuando los oligarcas del turismo costero ya han comprobado que sus ingresos disminuyen, es cuando aprietan a sus comisionistas de la política para que les quiten esa competencia que en épocas de vacas gordas ningún daño les hacían.
Pero como no se trata solo de descalificar a los lerdos zapateristas, a fin de acabar con el problema que las mentes mentecatas del ministerio del cuarto y mitad de ambiente se han creado, propongo que don Isidoro, -Álvarez por supuesto-, tome la iniciativa de poner un solo chiringuito allá en la playa que mas le plazca, solo uno. Con solo ese chiringuito, un “Cortinguito”, se salvarían todos los demás. Seguro.
Claro que todo pudiera proceder de que a don Zp le hayan puesto uno de estos baretos delante de su chalet en Vera y de ahí que, para quitarle lo que a sus vistas afea, tengan que cargarse a todos los demás. Si fuese así podríamos entender que así actuasen, pero que al menos lo expliquen, que los ciudadanos responsables comprendemos las apetencias del conducator y lo aplaudiríamos con las orejas, no vaya a ser que nos declaren desafectos al régimen.
De todos es sabido que los chiringuitos playeros son fuente de contaminación medioambiental de dificilísima reparación, ya que excluyendo las naturales deposiciones que los comensales de los chiringuitos realizan en sus hoteles y apartamentos, la dispersión que los chiringuiteros efectúan de raspas de boquerones, escamas de melvas, cartílagos de calamar, conchas de coquinas y otros bivalvos, así como de los restos de aceites de esas fritangas, provocan que, año tras año, las playas, sobre todo las de Andalucía, se degraden en forma inaceptable.
De hecho, en el ministerio de la cosa medioambiental y no se cuantas cosas más, como irrebatible prueba de sus argumentos, tienen recentísimas fotos de playas andaluzas, como son las de Muxía, Carnota, Fisterra, Laxe y Camariñas, afeadas por la contaminación del chapapote chiringuitero de noviembre de 2002, es más, no se extrañen si en poco tiempo, cuando empiece la temporada de verano, aparece por la prensa del “movimiento” algún informe científico alertando sobre la toxicidad radiactiva, química y biológica que el tinto de verano de los chiringuitos contiene.
Para los preclaros ecologistas del zapaterismo no basta con el gasto que los ayuntamientos costeros afrontan limpiando diariamente playas y recogiendo basuras clasificadas por su naturaleza para su posterior tratamiento, consiguiendo así infinidad de banderas azules de la U.E., no basta con que quienes hoy quieren derruir esas instalaciones playeras se raspen el parentesco a la hora de mantener el equilibrio medioambiental no solo en las playas sino en lo que es mas importante, en el saqueado litoral español totalmente enladrillado, ahí está el informe Auken, y no basta porque al imbécil que se le ha ocurrido tal insensatez, quizás, solo persiga el tapar la dejación intencionada, la prevaricación, que ha supuesto y está suponiendo el mirar a otro lado si del Hotel “El Algarrobico” o de Villa PSOE, o de tantos otros casos de ladrillismo costero corruptor se trata.
Del mismo modo, estos eco-zapateristas nada tienen que decir respecto a cuatro de las centrales térmicas mas contaminantes del mundo, todas próximas a las costas, que en suelo patrio operan con todos los parabienes oficiales; pero es que casualmente son propiedad de los amigos del Sebastián.
Como en tantas otras ocasiones la acción de estos zapateristas solo está guiada, bien por intereses concretos que benefician a los que tales determinaciones toman, bien para favorecer intereses de alguien de su cuerda, que a la postre pudieran acabar repercutiéndoles a ellos mismos en el inmediato futuro.
Y este caso de los chiringuitos es claro y determinante de su corrupción. Ni los chiringuitos contaminan, ni rompen equilibrio paisajístico alguno, lo que hacen los chiringuitos es mermar de unos ingresos considerables a los establecimientos convencionales, sean hoteles, bares y restaurantes, que miren por donde, cuentan con asociaciones patronales con peso en las decisiones, siempre interesadas, de la administración (in)competente en esta materia. Les importa un bledo el empleo que generan, el gasto que de visitantes extranjeros provocan, los ingresos que por impuestos y tasas originan a las diversas administraciones, y mucho menos aún les importa la aceptación ciudadana y la satisfacción que en autóctonos y foráneos su oportunidad espacial y de servicios, estos locales, a todos prestan.
Y no es nada casual que ahora, en plena crisis, cuando los oligarcas del turismo costero ya han comprobado que sus ingresos disminuyen, es cuando aprietan a sus comisionistas de la política para que les quiten esa competencia que en épocas de vacas gordas ningún daño les hacían.
Pero como no se trata solo de descalificar a los lerdos zapateristas, a fin de acabar con el problema que las mentes mentecatas del ministerio del cuarto y mitad de ambiente se han creado, propongo que don Isidoro, -Álvarez por supuesto-, tome la iniciativa de poner un solo chiringuito allá en la playa que mas le plazca, solo uno. Con solo ese chiringuito, un “Cortinguito”, se salvarían todos los demás. Seguro.
Claro que todo pudiera proceder de que a don Zp le hayan puesto uno de estos baretos delante de su chalet en Vera y de ahí que, para quitarle lo que a sus vistas afea, tengan que cargarse a todos los demás. Si fuese así podríamos entender que así actuasen, pero que al menos lo expliquen, que los ciudadanos responsables comprendemos las apetencias del conducator y lo aplaudiríamos con las orejas, no vaya a ser que nos declaren desafectos al régimen.
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