Hasta el momento se han demostrado como falsas las afirmaciones que respecto al sistema de pensiones públicas se hacen con total inercia. Ni es un sistema de reparto, ni es solidario, a no ser que se refieran a que reparten entre los gestores políticos, sindicatos y patronal y que otro tanto practican respecto a la solidaridad. Y así las cosas, tras las rebajas practicadas y los atracos cometidos, queda ver en que se ha concretado tal ataque concertado al único refugio que a los trabajadores les queda tras su vida laboral activa.
Es por lo tanto imprescindible ilustrar el presente de las pensiones públicas con unos cuantos datos numéricos, tras los que sin ocultarse están, no se olvide otros tantos trabajadores, otras tantas familias que así disfrutan del estado de bienestar zapaterista.
A 1 de febrero pasado el sistema daba cobijo a casi 8,5 millones de pensiones contributivas de las cuales 4,8 millones no llegaban a los 624 euros brutos al mes que es el salario mínimo interprofesional.
Atendiendo a la igualdad de género, tan querida de los zapateristas, esta no ha llegado aún al sistema, ya que de los 3,2 millones de pensiones de jubilación existentes el mismo 1 de febrero pasado, 1,01 millones correspondían a hombres que cobraban menos de los citados 624 euros brutos al mes, mientras que las mujeres pensionistas con pensiones inferiores al salario mínimo interprofesional eran 1,4 millones.
Si atendemos a las pensiones de viudedad esa misma discriminación por genero se dispara, ya que de 2,26 millones de pensiones 1,56 millones de ellas corresponden a mujeres que no alcanzan el mínimo interprofesional, mientras que solo son 129 mil las equivalentes de hombres.
En sentido contrario es notablemente curioso que al tiempo que se dan esas raquíticas pensiones, el mismo sistema tenga en vigor 3.375 pensiones de jubilación de hombres y 356 de mujeres que cobran más de 2.441,76 euros brutos al mes, al igual que hay otros 13 hombres y 44 mujeres que esa cantidad cobran como pensión de viudedad. Sería interesante saber sus pomposos apellidos.
Por seguir en la misma fecha, 1 de febrero de este año 2009, ha de saberse que la cuantía de la pensión de jubilación e invalidez no contributivas está establecida en 336,3 euros brutos al mes, pero que por artes diabólicas la pensión media efectiva de jubilación no contributiva es de 315,77 euros. Dicho en cristiano, (descreído por supuesto) este estado de bienestar zapaterista, a aquellos trabajadores que no han podido presentar cotizaciones por al menos 15 años de su vida laboral activa, los condena a sobrevivir a partir de los sesenta y cinco años con 52.500 pesetas brutas al mes.
Y como no es cuestión de abrumar con una riada de datos sépase que el 27,15 % del total de pensiones contributivas, por su ínfima cuantía, requieren, a 1 de febrero, ser complementadas hasta los mínimos establecidos para este año 2009. Son, entre las cinco clases de pensiones, 2,3 millones, 2,3 millones de ciudadanos casi marginados.
Y ya que estamos con pagos de prestaciones sociales que se efectúan con cargo a la hacienda pública y no a las arcas de la seguridad social, un dato interesantísimo que pone de relieve como excluyen de la normalidad, de las prestaciones sociales contributivas en cuantías medias a aquellos trabajadores que el sistema laboral maltrata arrojándolos al paro, a la exclusión social y como mal menor a los infra-salarios, ese dato proviene de contemplar la evolución que ese gasto por complementos a mínimos ha tenido desde el año 2000 a la actualidad, gasto que de los 97,9 millones de euros ha pasado a los 2.406,3 millones para este año 2009, un crecimiento de casi el 2500 %, lo cual pone de manifiesto la depauperación generalizada de las pensiones, especialmente las más bajas y, consecuentemente, la degradación de la calidad de vida de los pensionistas españoles.
La misma demostración cabe hacer para las pensiones no contributivas. Mientras que en el año 2000 la hacienda pública transfería a la Seguridad Social 2.386,5 millones de euros para atender el pago de esas pensiones, para el año presente están presupuestadas unas transferencias por este mismo concepto de 3.256 millones, un crecimiento del 36,5 %, crecimiento que hay que imputar tanto a las actualizaciones de miseria que han aplicado a las PNC, -no se olvide su actual cuantía, 315,77 euros/mes-, como al aumento de ciudadanos que rechazados por las condiciones cada vez mas leoninas del sistema para acceder a una pensión contributiva son “cristianamente” alojados en el asilo de las no contributivas.
Llegados a este punto no creo necesario aportar más datos numéricos que a la realidad respalden, resta únicamente analizar y valorar las determinaciones de carácter político y las presiones societarias que están conduciendo al sistema de pensiones públicas a su deterioro, al desapego de la ciudadanía y al creciente contento de aquellos que mintiendo “urbi et orbe” destrozan el único pilar de solidaridad intergeneracional para sustituirlo por otro templo de negocios que comerciará con los derechos sociales de los trabajadores, negocio tan rentable para unos pocos, como desestructurador social para todos los demás.
(Continuará)
Es por lo tanto imprescindible ilustrar el presente de las pensiones públicas con unos cuantos datos numéricos, tras los que sin ocultarse están, no se olvide otros tantos trabajadores, otras tantas familias que así disfrutan del estado de bienestar zapaterista.
A 1 de febrero pasado el sistema daba cobijo a casi 8,5 millones de pensiones contributivas de las cuales 4,8 millones no llegaban a los 624 euros brutos al mes que es el salario mínimo interprofesional.
Atendiendo a la igualdad de género, tan querida de los zapateristas, esta no ha llegado aún al sistema, ya que de los 3,2 millones de pensiones de jubilación existentes el mismo 1 de febrero pasado, 1,01 millones correspondían a hombres que cobraban menos de los citados 624 euros brutos al mes, mientras que las mujeres pensionistas con pensiones inferiores al salario mínimo interprofesional eran 1,4 millones.
Si atendemos a las pensiones de viudedad esa misma discriminación por genero se dispara, ya que de 2,26 millones de pensiones 1,56 millones de ellas corresponden a mujeres que no alcanzan el mínimo interprofesional, mientras que solo son 129 mil las equivalentes de hombres.
En sentido contrario es notablemente curioso que al tiempo que se dan esas raquíticas pensiones, el mismo sistema tenga en vigor 3.375 pensiones de jubilación de hombres y 356 de mujeres que cobran más de 2.441,76 euros brutos al mes, al igual que hay otros 13 hombres y 44 mujeres que esa cantidad cobran como pensión de viudedad. Sería interesante saber sus pomposos apellidos.
Por seguir en la misma fecha, 1 de febrero de este año 2009, ha de saberse que la cuantía de la pensión de jubilación e invalidez no contributivas está establecida en 336,3 euros brutos al mes, pero que por artes diabólicas la pensión media efectiva de jubilación no contributiva es de 315,77 euros. Dicho en cristiano, (descreído por supuesto) este estado de bienestar zapaterista, a aquellos trabajadores que no han podido presentar cotizaciones por al menos 15 años de su vida laboral activa, los condena a sobrevivir a partir de los sesenta y cinco años con 52.500 pesetas brutas al mes.
Y como no es cuestión de abrumar con una riada de datos sépase que el 27,15 % del total de pensiones contributivas, por su ínfima cuantía, requieren, a 1 de febrero, ser complementadas hasta los mínimos establecidos para este año 2009. Son, entre las cinco clases de pensiones, 2,3 millones, 2,3 millones de ciudadanos casi marginados.
Y ya que estamos con pagos de prestaciones sociales que se efectúan con cargo a la hacienda pública y no a las arcas de la seguridad social, un dato interesantísimo que pone de relieve como excluyen de la normalidad, de las prestaciones sociales contributivas en cuantías medias a aquellos trabajadores que el sistema laboral maltrata arrojándolos al paro, a la exclusión social y como mal menor a los infra-salarios, ese dato proviene de contemplar la evolución que ese gasto por complementos a mínimos ha tenido desde el año 2000 a la actualidad, gasto que de los 97,9 millones de euros ha pasado a los 2.406,3 millones para este año 2009, un crecimiento de casi el 2500 %, lo cual pone de manifiesto la depauperación generalizada de las pensiones, especialmente las más bajas y, consecuentemente, la degradación de la calidad de vida de los pensionistas españoles.
La misma demostración cabe hacer para las pensiones no contributivas. Mientras que en el año 2000 la hacienda pública transfería a la Seguridad Social 2.386,5 millones de euros para atender el pago de esas pensiones, para el año presente están presupuestadas unas transferencias por este mismo concepto de 3.256 millones, un crecimiento del 36,5 %, crecimiento que hay que imputar tanto a las actualizaciones de miseria que han aplicado a las PNC, -no se olvide su actual cuantía, 315,77 euros/mes-, como al aumento de ciudadanos que rechazados por las condiciones cada vez mas leoninas del sistema para acceder a una pensión contributiva son “cristianamente” alojados en el asilo de las no contributivas.
Llegados a este punto no creo necesario aportar más datos numéricos que a la realidad respalden, resta únicamente analizar y valorar las determinaciones de carácter político y las presiones societarias que están conduciendo al sistema de pensiones públicas a su deterioro, al desapego de la ciudadanía y al creciente contento de aquellos que mintiendo “urbi et orbe” destrozan el único pilar de solidaridad intergeneracional para sustituirlo por otro templo de negocios que comerciará con los derechos sociales de los trabajadores, negocio tan rentable para unos pocos, como desestructurador social para todos los demás.
(Continuará)
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